Rosa María Dávila Partida
El 10 de noviembre, las calles de la Ciudad de México vieron desfilar a más de cinco mil estudiantes que llegaron desde varios estados del país, con una demanda muy precisa: el aumento del presupuesto federal para educación. Simultáneamente, en todas las capitales de los estados, y muchas ciudades importantes, otros estudiantes desplegaban cadenas humanas con reclamos más puntuales: bardas perimetrales, aulas, módulos sanitarios, laboratorios, equipos de cómputo, etc. El gran orquestador de estas acciones fue la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR).
Previo a estas movilizaciones, la FNERRR celebró el sábado 5 de noviembre su congreso nacional para elegir su nueva dirigencia. El evento se efectuó en el Centro Cultural Universitarios de la BUAP, en la capital poblana, con la presencia de 3 mil 500 representantes de más de mil escuelas en toda la geografía nacional.
Llama poderosamente la atención tres aspectos de este fenómeno: la justeza y trascendencia de las demandas enarboladas, su método de lucha pacífico, respetuoso de las autoridades y el prodigio organizativo que exhiben. Reclamar que no haya recortes al gasto en educación, que se atiendan las carencias en instalaciones y equipos educativos que impiden a niños y jóvenes aprovechar al máximo su paso por las aulas, revela una preocupación legítima por el presente y el futuro de nuestra patria que habla muy bien de esta organización. Lo ordenado de sus movilizaciones, la disciplina que se observa en sus filas, el lenguaje comedido, el tono respetuoso aunque enérgico, su constante invocación a nuestra constitución dejan ver su propósito de dar la lucha apegados al marco legal, actitud sumamente positiva en estos tiempos en que desde el poder y desde la oposición teñida de radicalismo se vulnera el Estado de Derecho.
También descuella su sólida estructura organizativa que se coronó con la elección de sus dirigentes nacionales en el mencionado Congreso. Se practica la más amplia y efectiva democracia, la organización desde la base, en cada una de las escuelas todos los estudiantes interesados participan en la discusión de los asuntos y en la elección de sus dirigentes. Esa organización democrática se repite en cada municipio, pues los organizados en ese territorio, de escuelas de nivel secundario hasta superior, se reúnen y ellos mismos eligen a sus líderes y representantes. A nivel distrital y estatal se siguen nombrando y eligiendo a los líderes bajo el mismo procedimiento.
Este sólido y bien aceitado funcionamiento democrático que han perfeccionado en los largos 23 años de existencia, se ha revelado como la mejor garantía contra traiciones y divisiones al interior del movimiento. El líder sabe que quienes lo escogieron como su dirigente y representante lo están vigilando, que debe estar rindiendo cuentas periódicamente de su conducta, de sus acciones y del manejo de las cuotas con que sostienen su movimiento. También sabe, y siente profundamente, que todos sus compañeros constituyen un respaldo efectivo para resistir las presiones que reciben continuamente. Presiones de padres de familia y directores de escuela timoratos y asustadizos, que prefieren la seguridad que da la inmovilidad y mantener la boca cerrada, a pesar de que sus planteles se estén cayendo a pedazos o carezcan de lo más indispensable. Para no hablar de las presiones de los funcionarios públicos con los que deben entrar en contacto para conquistar sus demandas.
La marcha en el corazón del país, su presencia en Palacio Nacional y la entrega de su pliego petitorio a la SEP, es la continuación de la lucha que emprendió la FNERRR desde hace 23 años. Lucha en la que obtuvieron la solución de importantes demandas a nivel estatal y federal con gobiernos de todos los colores, y que ahora se disponen a dar con mayor energía, una vez que cientos y miles de estudiantes se convencen de que no tiene caso seguir esperando a que AMLO cumpla con lo que tanto prometió en sus discursos, cuando el abandono de los problemas educativos es una realidad palpable a lo largo y ancho de la nación. Se ve que los estudiantes de la FNERRR están convencidos de que cuatro años de gobierno de la 4T deben ser suficientes para que todos entiendan que el problema lo deben resolver los propios estudiantes a través de su organización y su lucha decidida. Por eso son un ejemplo para todo el pueblo de México.