Al estilo del presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, y el alcalde capitalino Eduardo Rivera, se niegan a ver la realidad de la creciente inseguridad, pregonan que tienen otros datos y afirman que todo va “bien, bien, bien”.
Recientemente la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) reveló que, al segundo trimestre de 2022, 87.1 por ciento de los poblanos considera a la angelópolis como un lugar inseguro para vivir.
La percepción de la inseguridad en la capital poblana aumentó 11.3 puntos porcentuales entre marzo y junio del 2022, según la medición del INEGI.
De inmediato el edil capitalino, Eduardo Rivera aseguró que la encuesta no era confiable, por la metodología que usó el INEGI, y dijo que preguntarle a 300 personas sobre la seguridad no puede definir lo que piensa el resto. ¿Será?
Por otra parte, el gobernador Luis Miguel Barbosa se dijo sorprendido por los resultados y aseguró que de ninguna manera aceptará “que Puebla capital sea más insegura que muchas ciudades del país”.
Y dijo que la prueba es que “la gente sale”. Solo que la gente, por si no lo sabe, sale con miedo. No todos cuentan con un fuerte dispositivo de seguridad como el que se despliega cada que el gobernador sale.
La percepción de inseguridad no se debería de cuestionar; sí cierta cantidad de ciudadanos se siente inseguro, tendría que ser motivo suficiente para que las autoridades, en lugar de deslegitimar la queja, la atendieran.
