La ONU dio a conocer un informe anunciando que una tercera parte de las viviendas que existían en Gaza han sido reducidas a polvo y que casi todos los habitantes de la ciudad han huido hacia el sur de la franja de Gaza, sin otra posibilidad que vivir a la intemperie.
El estado mayor de Israel ahora se plantea arrasar la ciudad de Gaza para enviar después sus fuerzas terrestres a liquidar los sobrevivientes. Según los más altos responsables del ejército de Israel, la aplicación de ese plan podría tomar 3 meses.
El general Herzl Halevi, jefe del estado mayor del ejército israelí, declaró: “entraremos en la franja de Gaza en una misión operativa y profesional para destruir a los agentes y las infraestructuras del Hamas (…) Gaza es compleja y densa, el enemigo prepara muchas cosas allí. Pero nosotros también nos preparamos para él”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) protestó, el 14 de octubre, contra la orden de evacuación que Israel impartió a los hospitales de la ciudad de Gaza. La OMS resaltó que desplazar enfermos que se hallan bajo cuidados intensivos es condenarlos a muerte.
Tres días después, el hospital Al Ahli fue destruido por un artefacto de guerra. Israelíes y palestinos se acusan entre sí. Pero ninguno de los aliados de Israel ha tratado de enviar ayuda a la población de Gaza, aunque Estados Unidos, Alemania y Reino Unido disponen de hospitales de campaña, de medicinas y de alimentos que pueden lanzar en paracaídas sobre Gaza. En vez de tratar de ayudar a la población que sufre, esas 3 potencias occidentales se preparan más bien para ayudar al ejército de Israel.
Estados Unidos ha enviado al ejército de Israel miles de municiones de artillería de 155 milímetros y una cantidad indeterminada de bombas pesadas penetrantes del tipo Joint Direct Attack Munition (JDAM), capaces de penetrar en el suelo hasta 30 o 40 metros de profundidad, antes de estallar destruyéndolo todo en un radio de 400 metros.