Según el Observatorio Antibloqueo, investigaciones económicas estiman en 232 mil millones de dólares las pérdidas de la industria petrolera “debido a la caída de la producción, las sanciones, la guerra de precios y el sabotaje contra PDVSA”.
El medio informativo RT, publicó las declaraciones de Vladímir Putin presidente de Rusia sobre el tope al precio del barril de petróleo ruso por el G7, la UE y Australia.
Al respecto, el mandatario señaló que “la cuestión es que el tope al precio del petróleo ruso corresponde a los precios a los que vendemos hoy. En ese sentido, esta decisión no nos afecta en modo alguno. No tendremos pérdidas bajo ninguna circunstancia”.
El Gobierno ruso ha calificado en reiteradas ocasiones la iniciativa occidental como una “medida antimercado” que no sólo “puede complicar considerablemente la situación en los mercados energéticos mundiales”, sino que es inaceptable que el cliente o comprador imponga el precio del producto de lo que va a comprar porque no es el propietario de la mercancía que va a adquirir y advirtió que “no suministrará” petróleo a los países y compañías que se unan a la limitación de su precio.
En una operación preparada por Estados Unidos y la Unión Europea excluyeron a Rusia del sistema de mensajería financiera internacional SWIFT y congelaron gran parte de sus reservas de divisas por valor de 630 mil millones de dólares a los pocos días de la invasión de Ucrania.
Las sanciones tienen el objetivo, según sus promotores, de quebrar la economía rusa; propósito que, hasta el momento, no han conseguido. No obstante, se han bloqueado las cadenas de suministros de productos como el trigo, el maíz, los fertilizantes, el gas y el petróleo que vende Rusia, porque no hay forma de pagarlos, pues de depositarlos en la banca internacional el proveedor no puede disponer de los recursos.