En la reciente cumbre de la Unión Europea (UE) el primer ministro de Luxemburgo Xavier Beteel, pidió que Biden negocie un plan de paz sobre Ucrania con Xi Jinping. A esta petición se sumaron países occidentales pro-ucranianos, incluso Alemania.
El jefe de la Oficina del primer ministro de Hungría, Gergely Gulyas, informó que el Gobierno de Hungría califica de “lamentable” la resolución de la Corte Penal Internacional (CPI), al emitir una orden de arresto contra el presidente de Rusia Vladímir Putin por supuestos crímenes de guerra a causa de que deportó a Rusia a niños abandonados o huérfanos de Ucrania.
El mandatario de Rusia, Vladímir Putin visitó de manera sorpresiva la ciudad de Mariúpol e inspeccionó las labores de reconstrucción, verificó el estado de la infraestructura y habló con los residentes. Durante los primeros meses de la operación especial, las fuerzas rusas cercaron la ciudad. El batallón neonazi Azov se atrincheró en Mariúpol, negándose a deponer las armas y entregar la urbe pacíficamente, lo que terminó en su asalto y destrucción casi total.
En el oeste de Ucrania, un misil hipersónico Kinzhal, de las fuerzas rusas golpeó un búnker que se extendía a 80 metros de profundidad. Los rusos creen que este búnker cerca de Lvov era un punto de mando estratégico de la OTAN utilizado para controlar los sistemas antiaéreos. Todavía es pronto, pero Rusia supone que había hasta 300 personas en el búnker, 40 de los cuales eran especialistas extranjeros de alto rango, por lo que podemos esperar que 40 bolsas para cadáveres se dirijan al oeste a su debido tiempo.
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La semana pasada se reunieron de manera privada, sin prensa ni ningún otro miembro del personal, los mandatarios de Alemania y Estados Unidos, Olaf Scholz y Joseph Robinette Biden, respectivamente.
Ni el Gobierno de Biden ni el alemán han dado una explicación del extraordinario viaje. El secetismo de la reunión llama la atención porque es un formato de tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
El canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, pidió a China que no entregue armas a Rusia y use su influencia sobre Moscú para acabar con la guerra en Ucrania, con quien se debe contar para un eventual acuerdo de paz que no sea impuesto a las autoridades en Kiev. Además, puso en duda que el dirigente ruso Vladimir Putin esté preparado para sentarse a negociar; aunque no se pronunció sobre el rompimiento de negociaciones por parte de Ucrania en marzo del año pasado.
Lo que Occidente presenta como “!el primer año” de guerra en Ucrania en realidad debería recordarse como el noveno año de ese conflicto, cuyo verdadero inicio tuvo lugar en febrero de 2014, con el golpe de Estado orquestado en la plaza Maidan por Estados Unidos y la OTAN.