Alemania vive una crisis económica al subirse Berlín al carro de las sanciones antirrusas de Estados Unidos y aislarse de las importaciones económicas de energía rusa. Mientras que la economía del país logró resistir el consiguiente embate económico, los mismos países que introdujeron estas sanciones han experimentado un drástico aumento de los precios de los combustibles y la energía, obligando a sus propios ciudadanos a pagar literalmente por las decisiones de sus líderes.
Alemania podría verse obligada a reducir o incluso cerrar sus instalaciones industriales si se pone fin al suministro de gas ruso a través de Ucrania en virtud del acuerdo de tránsito entre ambos países, que expira a finales del año próximo, declaró este lunes el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, en el Foro Económico de Alemania del Este en Bad Saarow.
La decisión del G7 de imponer el tope de precios para el petróleo ruso a 60 dólares por barril puede producir resultados que la mayoría de los países industrializados no esperan, aseveró Demostenes Floros, economista de energía del CER-Centro Europa Ricerche y profesor de la Universidad de Bolonia.