La agencia de Centros de Control de Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, acaba de publicar un estudio exhaustivo con estadísticas del país, en el que a modo de conclusión señala que en 2021 la esperanza de vida de un niño recién nacido en EEUU era de 76,1 años, lo que representa un descenso de 0,9 años con respecto a 2020 (77) y lo sitúa en su nivel más bajo desde 1996. El pinchazo fue más acusado entre los varones, que por término medio vieron cómo su perspectiva vital retrocedía unos 12 meses hasta quedarse en 73,2 años, lejos de las 79,1 velas que, según el CDC, soplarían las mujeres.
Mientras que los niños que nacieron el año pasado en Pekín o Shenzhen lo hicieron probablemente con una esperanza de vida mayor que la de otros que llegaron al mundo en Nueva York, Washington o Los Ángeles. Eso es al menos lo que insinúan las estadísticas. No deja de ser una predicción, una "imagen matemática" creada a base de cálculos que coronan una tendencia que ya viene de lejos.