Romeo Pérez Ortiz
Un periodo sombrío científico como el que viven hoy los mexicanos ya se vivió en otras épocas. El caso más cercano a nosotros fueron los aciagos años que los escritores, científicos e investigadores españoles vivieron cuando el general Francisco Franco Bahamonde arremetió rabiosamente contra la ciencia comenzando por la “destrucción sistemática de las instituciones de Libre Enseñanza”; luego, la expulsión masiva de los investigadores de sus cátedras y universidades y finalmente la persecución, con ira y venganza, de los científicos y escritores, muchos de ellos terminaron en las horribles mazmorras y “cárceles franquistas”; otros fueron “sometidos al infamante proceso de depuración”, “vidas y carreras científicas” de los investigadores fueron “laminadas sin piedad” y los que se salvaron de la persecución franquista se refugiaron en México. Así lo demuestra el doctor Luis Enrique Otero Carvajal, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, en su libro La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo.
En efecto, la destrucción y la persecución de la ciencia en México comenzó desde que en la Cámara de Diputados fue aprobada la eliminación de 109 fideicomisos, supuestamente porque había corrupción en el manejo de los fondos, imputación que no se comprobó, pero que se procedió inmediatamente con la eliminación de dichos fondos, afectando con ello a 91 fideicomisos destinados al desarrollo de la ciencia y la tecnología: 65 de los cuales eran administrados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y los otros 26 eran etiquetados para diferentes centros de investigación entre los que destacan el Centro de Investigación en Matemáticas (CIMAT) y el Fomento y Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica en Bioseguridad y Biotecnología. Con la eliminación de estos fideicomisos se vieron afectados directamente el sector salud, alimenticio, ambiental y el ramo industrial, debido a que en nuestro país de 406 empresas que están desarrollando y utilizando biotecnología moderna, el 33 por ciento corresponde al sector salud, 14 por ciento al alimenticio, el 13 por ciento al sector ambiental y el 19 por ciento al ramo industrial (Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA), pág. 18). Este fue el primer golpe a la ciencia.
El segundo golpe fue la eliminación de estímulos económicos destinados al fomento de la investigación a más de mil académicos del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) adscritos a diversos centros de investigación, entre ellos, al Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), a la Universidad de las Américas de Puebla (UDLAP), a la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), a la Universidad Iberoamericana (IB) y al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) (Milenio, 30 de octubre de 2020). Académicos todos ellos pertenecientes a institutos y universidades privados, pero que para desarrollar la ciencia y la tecnología es necesario el apoyo del Estado.
El tercer golpe fue el recorte a los presupuestos de las distintas instituciones científicas y educativas del país, como el Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (CIATEC), el Centro de Investigación en Matemáticas (CIMAT), el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, entre otras instituciones reconocidas a nivel nacional.
El cuarto golpe es la persecución de 31 científicos, acusados de desviar fondos, operar con recursos de procedencia ilícita y recursos obtenidos de asociaciones delictuosas. Golpe en el que la mano del presidente de la República es por demás visible, pues en sus reiteradas intervenciones acepta y da por hecho que los acusados son, efectivamente, culpables del delito que se les imputa. Esta acción del señor presidente le dice a los jueces y fiscales lo que deben concluir, cuando el proceso de investigación no ha terminado todavía. Esta acción es un abuso del poder presidencial y, además, muy grave, pues el presidente se atribuye funciones de fiscal y juez que no le corresponden.
Los cuatro golpes bien premeditados a la ciencia son síntomas de un retroceso y un anunciado exilio masivo de científicos mexicanos, como lo demuestra el doctor Luis Enrique Otero Carvajal en su obra ya citada. Así como en España con el general Francisco Franco, en México con Andrés Manuel López Obrador estamos presenciando la destrucción de las instituciones autónomas, un anunciado exilio y expulsión de los investigadores de sus cátedras y universidades, un sometimiento “al infamante proceso de depuración” y finalmente encarcelamiento, como ya está sucediendo actualmente en México con el partido gobernante.
La eliminación de los fideicomisos y la exclusión de la biotecnología del área de conocimiento, el nulo apoyo económico al fomento de la investigación, recorte al presupuesto de las instituciones encargadas de hacer ciencia y tecnología y finalmente la persecución de científicos e investigadores traerán consigo consecuencias graves como las que nos relata el doctor Luis Enrique en su obra citada. Pero eso sucederá inevitablemente si los científicos mexicanos actuamos aisladamente. Si cada uno de nosotros ve por sus propios intereses, la desgracia caerá indudablemente sobre cada uno. Pero si la comunidad científica relincha alto y fuerte, si los científicos nos organizamos en un frente común, podremos evitar el exilio, la persecución y la destrucción de la ciencia en México. Hoy es cuando los rocinantes científicos debemos sacudir furiosamente el firmamento y hacer temblar las estrellas con nuestro rabioso relincho, como no los recuerda Felipe Camino de Galicia de la Rosa, mejor conocido como León Felipe, en su poema El relincho. Hoy debemos levantar la voz y unirnos a la protesta nacional, hoy que nos queda un poco de tiempo de vida todavía hay que alzarnos contra la injusticia y lo tiranos, después, tarde será.