Por Luis Fernando Soto // @luisfersoto
¿Qué pasó entre Miguel Barbosa Huerta y Andrés Manuel López Obrador? Acaso ¿su relación mejoró? Atrás quedaron las quejas del morenista poblano en contra de distintas dependencias federales, como la Secretaría de Salud, que no le enviaba vacunas para el Covid-19.
También olvidamos los desplantes de AMLO para el ex senador perredista, como aquel de San Pedro Cholula en junio de 2020, cuando el presidente de la República pasó de largo, sin saludar al gobernador, mientras las protestas arreciaban afuera del ex convento franciscano.
En la última gira presidencial, los días 3 y 4 de octubre, López Obrador y Barbosa Huerta se desvivieron en halagos. El presidente lo calificó como uno de los mandatarios estatales más cumplidos en la vacunación contra el coronavirus, cuando Puebla ya rebasó a Chiapas como la entidad más rezagada, con apenas el 35% de su población inoculada, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud federal.
Otro dato ofrecido en la conferencia mañanera realizada en Puebla, fue que el robo de combustible disminuyó en 30 y hasta 40%, como resaltaron algunos medios de comunicación. Sin embargo, Petróleos Mexicanos informó que la extracción ilegal en ductos que cruzan territorio estatal aumentó 33 por ciento, entre junio de 2019 al mismo mes de 2021.
¿Cifras imprecisas o falsas? ¿Cuál es la intención de exagerar logros inexistentes? ¿Cuál es el punto de acuerdo que permitió una mejor relación entre el presidente y el gobernador?
Mis únicas respuestas posibles provienen de la observación de los hechos, de la reptición del fenómeno político: Ambos mandatarios guardan especial interés, por encima de cualquier otra preocupación, en mantenerse populares y extender el poder de sus grupos políticos, que no son los mismos y fácilmente se confrontan.
Ya comentamos en esta columna que Puebla junto con Hidalgo son las dos entidades federativas con el mayor índice de reprobación a la gestión del presidente López Obrador: El 69.8% de los poblanos opina que su desempeño es reprobable, de acuerdo con una sondeo de Arias Consultores.
Pues bien, en la encuesta nacional “Así van los 32 gobernadores”, Miguel Barbosa terminó en el lugar 26, con un 70% de los encuestados que reprueba su gestión contra el 19.5% que la aprueba, un retroceso de -2.8 puntos porcentuales con respecto a la medición anterior, es decir, su popularidad está a la baja.
La misma consultora colocó a Barbosa en el último lugar de aprobación entre los gobernadores del país, particularmente en encuestas realizadas en 2020. No obstante, los recursos estatales invertidos en medios de comunicación, que filtran todos sus exabruptos -como aquellos del mole de guajolote contra el Covid o que solo le daba a los ricos-, le permitieron abandonar el sótano del desprestigio pero sigue atorado entre los escalones de la infectividad y la deficiencia gubernamental.
Como la aprobación ciudadana del morenista depende de la publicidad pagada, sus números varian de manera disparatada. Por ejemplo, en la pasada encuesta de Arias Consultores, correspondiente a julio de 2021, Miguel Barbosa quedó en el lugar 23 de los 32 gobernadores, con una aprobación del 22.3% de los encuestados, la más alta en sus casi tres años de gobierno.
Pero, aquí resalta significativamente el número de personas indiferentes a su gestión, que alcanza el 22.4%,practicamente el mismo número de ciudadanos que le aprobaron. O dicho de otro modo, Miguel Barbosa se debate entre la reprobación y la indiferencia de una ciudadanía que reconoce mejor a su gobernador con un meme que por sus resultados.
“Odio quiero más que indiferencia”, dice el bolero de Julio Jaramillo. Nada peor para el amor y la política que el olvido.
