Homero Aguirre Enríquez // @HomeroAE
El nuevo secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, presentó esta semana el Proyecto de Presupuesto de Egresos 2022, es decir, la cantidad de dinero que esa dependencia calcula poder gastar en atender la operación del gobierno federal y resolver las necesidades de los mexicanos el año entrante, todo lo cual arroja una suma de 7 billones 88 mil 250 millones de pesos, superior en un 8.9 por ciento a lo gastado este año. Quien espere presenciar algún viraje histórico o el inicio de una tendencia de captación y reasignación del gasto público que haga pensar que México saldrá del estancamiento económico y disminuirá la creciente pobreza de millones de mexicanos, quedará decepcionado.
El 2022 será el cuarto año en que Andrés Manuel López Obrador y su Gobierno ejercerán el presupuesto federal, y volverán a hacer lo mismo que han hecho hasta ahora: decir que son distintos, pero hacer lo mismo que los de antes: alentar, sin ningún fundamento, esperanzas de prosperidad y paz, pero limitarse a comprar votos en las elecciones mediante el control y financiamiento de algunos programas sociales que no sacan a la gente de la pobreza, pero son utilizados para posicionar electoralmente al partido del presidente; presumir dos o tres “megaobras” (nuevo aeropuerto, tren en el sureste y refinería en Tabasco) que costarán mucho más de lo que se dijo al iniciarlas y consumirán la mayoría de los recursos destinados a infraestructura, dejando con unos cuantos pesos a programas destinados a obras que llevarían servicios básicos a pueblos y colonias de los miles de municipios del país. Quien piense que el gobierno morenista captará y destinará, ahora sí, recursos para iniciar un proceso que desemboque a corto plazo en que ningún mexicano carezca de empleo, vivienda, agua potable, alcantarillado, caminos dignos, escuelas, hospitales y medicinas suficientes, y que habrá impulso verdadero a la educación, al deporte, la ciencia y la producción agropecuaria, se quedará esperando.
“No se propone ningún nuevo programa para la reactivación económica. Se propone un gasto de 390 mil 299 mdp para 8 de los programas sociales del Gobierno en 2022, 36% más a lo estimado para 2021, este incremento se debe en gran parte al aumento del presupuesto de las Pensiones para Adultos Mayores”, reporta el Instituto Mexicano para la Competitividad, y agrega que “a pesar de que el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 los enlista como prioritarios, el Programa de Mejoramiento Urbano y de Vivienda (-52%), el Programa Nacional de Reconstrucción (-4%) y Sembrando Vida (-2%) recibirán recortes en su presupuesto”, mientras que “el presupuesto de las transferencias federales a entidades federativas regresará a niveles de 2019 después de una serie de recortes”.
¿De dónde piensa AMLO obtener el dinero? Aquí es donde uno esperaría ver aparecer los 1.4 billones que dijo que ahorró su gobierno al perseguir a los corruptos, pero ese dinero no aparece por ningún lado, ni aparecerá, porque es puro “taco de lengua”. Y como ya dijo que su gobierno no molestará con impuestos progresivos a los grandes potentados, que vieron crecer aún más sus fortunas en plena pandemia, el gobierno dice que “facilitará” el proceso para pagar impuestos a todo el que desee hacerlo, al tiempo que afila los dientes contra los contribuyentes actuales y buscará que paguen impuestos los trabajadores informales. Así que pueden respirar tranquilos los grandes millonarios y empezar a preocuparse los vendedores ambulantes, taqueros y demás trabajadores de bajos ingresos que no están registrados en Hacienda, aunque sí pagan impuestos como consumidores. El resto de los ingresos lo obtendrá, calcula la Secretaría de Hacienda, de ventas de petróleo, de lo que generan otras empresas del Estado y de otros ingresos no tributarios.
El año entrante, México seguirá siendo uno de los países en que el gobierno dispone de menores recursos en comparación con el Producto Interno Bruto (PIB) del país. Para darse una idea, Finlandia, Noruega y Dinamarca, países nórdicos citados con frecuencia como modelos por el presidente, destinan más del 50% del PIB para que el gobierno pueda resolver las carencias sociales (de ahí, por ejemplo, que puedan contar con hospitales bien equipados y eficientes, donde los pacientes no mueren ahogados, como ocurrió recientemente con 17 personas en un hospital del IMSS, en Tula, Hidalgo); en cambio, en México, los recursos de los que dispone el gobierno anda por el 29% del Producto Interno Bruto, muy cercano al porcentaje que destina Afganistán, y no crecerá mientras el gobierno no les cobre más a los que más tienen y dinamice la economía, algo que no ocurrirá con López Obrador, a pesar de decenas de recomendaciones de peritos en la materia y organizaciones internacionales que han prendido las alarmas sobre las consecuencias del desastre social provocado por la pobreza y la desigualdad, desastre que López Obrador se comprometió a resolver en su campaña electoral de 2018 y no cumplió como presidente. La transformación de México en un país próspero, pacífico y sin pobreza seguirá esperando la acción política de un pueblo organizado en el poder, aunque el presidente presuma lo contrario y esté dispuesto a retirarse ya, satisfecho y feliz, a su rancho en Chiapas.