Aquiles Montaño Brito
Miguel Barbosa Huerta compitió en 2018 por la gubernatura de Puebla, montado sobre la ola morenista que impactó con toda su fuerza en el país, pero perdió. Diez días después de tomar protesta, la tarde del 24 de diciembre de 2018, la gobernadora poblana murió, junto a su esposo, en un “accidente” de helicóptero. El 28 de diciembre Barbosa dijo que se trató de un “magnicidio”, una muerte violenta dada a una persona muy importante por su cargo o poder. Alguien le dijo que acababa de decir una de sus peores tonterías. Barbosa reculó. Y cambió la frase: “los castigó Dios”, se mofaría el 9 de octubre de 2019 en un evento público. Las “investigaciones” sobre el “accidente” se realizaron, pero no convencieron a nadie. A ellos los mataron, coinciden los analistas políticos serios del país. La entonces líder de Morena a nivel nacional y fiel lopezobradorista, Yeidckol Polevnsky, acusada por su propio partido de lavar 619 millones de pesos ante la Fiscalía General de la República, impulsó a Miguel Barbosa para que fuera, una vez más, el candidato a la gubernatura. Las elecciones estaban cantadas. El PAN y el PRI pusieron candidatos perdedores y las elecciones de 2019 poco le importaron a los poblanos. Sólo votó el 33% de la ciudadanía. Ganó la abstención. Ah, también “ganó” Barbosa Huerta. Así se hizo gobernador este hombre que fue, como muchos de Morena, priista, perredista, morenovallista y, al final, lopezobradorista.
Regresemos unos años. ¿Por qué Barbosa se separó de Moreno Valle y se convirtió en idólatra de AMLO? En 2010, el Miguel Barbosa perredista volcó toda la fuerza de su partido en la alianza con Moreno Valle para hacerlo gobernador. Fueron amigos, aliados y hasta marcharon juntos por las calles de Puebla. Esa amistad se tradujo en varios negocios políticos, uno de los cuales fue hacerlo senador en 2012. El 28 de noviembre de 2016, Moreno Valle entregó obras hospitalarias y educativas por 88 millones de pesos en Tehuacán y ahí Barbosa le prometió que siempre sería su “aliado”. Pero un año más tarde, cuando Barbosa se pensó como gobernador, rompió la promesa y se lanzó contra Moreno Valle. Desde luego que el exgobernador panista no se quedaría callado. El 4 de septiembre de 2017, el periodista Francisco Zea, en la columna de Excélsior ‘Línea Estratégica’ titulada “Los moches de Barbosa”, asegura: “Para nadie es un secreto que Barbosa babea y suspira por la candidatura al gobierno poblano. De que pidió moches no tengo ni me han aportado ninguna prueba, pero de los recursos que gestionó el novel senador, sí hay datos. En la entrevista, Moreno Valle se comprometió a darme la relación y lo hizo. Las cantidades sorprenden. Nada tiene de malo ser senador por un estado y, activamente, gestionar recursos, pero la cosa cambia si se pidió dinero o si se utiliza como moneda de cambio para ser apoyado en una elección venidera. En total se tienen registradas 62 partidas en las cuales intervino Barbosa para conseguir dinero para obras. Los dos montos más importantes corresponden a los municipios de Zacatlán, por 39 millones de pesos y Tecamachalco por 38 millones, con 28 millones en dos partidas se encuentra Zinacatepec, Tlatlauquitepec con 18 millones. Con montos menores a los anteriores encontramos muchos municipios, entre los cuales se encuentran Huauchinango, Zoquitlán, San Sebastián Tlacotepec y Zacapoaxtla. La empresa más favorecida con estas asignaciones de dinero es Alta Transformación de Puebla S.A de C.V, con 50 millones 551 mil 692 pesos. El total del dinero tramitado supera los 400 millones de pesos”. El mismo Barbosa que el 6 de septiembre aseguró en Tehuacán que en Puebla “se acabaron los moches” fue denunciado por ser un ‘mochero’ de la peor ralea.
Sigamos con sus aventuras en el Senado. Las investigaciones periodísticas publicadas en 2018, en los medios nacionales, revelaron que, durante su periodo como senador de la República, gastó un millón 600 mil pesos cuando realizó viajes al extranjero, entre ellos una gira de cuatro meses en 2015 en la que vacacionó por París, Roma, Corea, Beijing, Londres y Tokio.
El 09 de junio de 2015, cuando era Barbosa era senador del PRD y López Obrador precandidato presidencial en campaña, lo acusó por pretender fragmentar a la izquierda y se lanzó contundente: “La soberbia de Andrés Manuel López Obrador es infinita. Repito, la soberbia de Andrés López Obrador parece infinita (…) El PRD nunca será cabuz de nadie”. Dos años después le hacía reverencias al “soberbio infinito” de López: “he tomado una decisión de apoyar a López Obrador rumbo a 2018, ésa es una decisión que ya tomé, no estoy pensando en incorporarme a Morena”. Ah, ¿no? Ese mismo año se salió del PRD y puso la chaqueta color vino tinto: “me uno a Morena”. Claro, AMLO le daba la posibilidad de ser gobernador. Con una opinión pública tan harta del PRI y un López tan publicitado como el “mesías” cualquiera ganaría hasta las elecciones más complicadas. Menos Barbosa. Ya vimos como llegó él: después de un “accidente”.
Mientras en Puebla aumenta el número de pobres y nos colocamos como el tercer estado con más ciudadanos miserables del país, Barbosa Huerta tiene dinero para comprarse hasta seis residencias y mansiones valuadas en más de 45 millones de pesos, como la ubicada en la alcaldía Coyoacán de la CDMX, que tiene 374 m2 de construcción y 358 m2 de terreno, y perteneció al expresidente Miguel de la Madrid Hurtado. El señor no es, pues, un político pobre.
Hace unos meses, en un reportaje de Karen Rosas en la revista buzos se denunció: “El último golpe a la credibilidad, austeridad y honestidad de que presume Barbosa se lo dio Emilio Lozoya, el exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), quien denunció que en su época como senador recibió sobornos millonarios –al igual que otros seis legisladores y funcionarios públicos– a cambio de aprobar la reforma energética promovida por el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto. Lozoya denunció también que el morenista le pidió que trasladara a su hermano, trabajador de Pemex, de una terminal de almacenamiento en Guerrero a las oficinas centrales de la CDMX. Este hecho y la presunta entrega de 100 mil dólares se suscitaron cuando Barbosa era legislador militante del PRD”. Un columnista de El Financiero, el 21 de agosto de 2020, escribió: “Parece que Barbosa cumplió (lo comprometido a Lozoya). Circulan evidencias gráficas del multicitado viaje de Estado a Inglaterra, en el que el entonces senador perredista habría agradecido al exdirector de Pemex por los favores recibidos, esto en medio de una cena de gala y con presencia de la familia real”. En la misma columna, se sostiene que Barbosa y su jefa de comunicación, la aborrecida Verónica Vélez, pusieron “a trabajar una pauta publicitaria gubernamental que alcanza los 19.8 millones de pesos; es decir, 25 por ciento del presupuesto total de la Coordinación de Comunicación y Agenda Digital del estado. Todo destinado a ocho empresas que prestan servicios de comunicación y que se encargan ahora de administrar la crisis”.
El columnista de El Universal Mario Maldonado escribió, el 27 de mayo 2021, en su texto titulado “Los fantasmas en el clóset de Barbosa”: “El 8 de agosto de 2017, el alcalde del municipio poblano de Huaquechula, Edwin Mora Caballero, denunció penalmente a Barbosa ante la Fiscalía General del Estado de Puebla por una presunta presión del senador para asignar obras a sobrecosto a una empresa denominada Alta Transformación de Puebla. Este modus operandi se repitió en múltiples ocasiones para asegurar recursos a diversas empresas vinculadas entre sí. (…) Según los cálculos del poblano Edwin Mora, el posible “moche” que se llevó Barbosa en el caso de la obra pública para Huaquechula asciende a 28% del monto total que se adjudicó en ese entonces la constructora, es decir, por lo menos 140 millones de pesos de los casi 500 millones que gestionó el actual gobernador. Heliodoro Luna Vite, uno de los que se señalan como encargados de estas operaciones, se desempeñó como secretario de Infraestructura del actual gobierno poblano, es decir, como responsable de la asignación de la obra pública. Un caso que, junto con el de los actuales gobernadores perseguidos por los sobornos para aprobar las reformas estructurales del sexenio pasado, podría estallarle pronto al mandatario poblano”.
Ese es Miguel Barbosa Huerta. Ese es el gobernador que el domingo 5 de septiembre acusó al Movimiento Antorchista de ser una organización de delincuentes. ¿Por qué nos calumnia? Porque él cree, erróneamente, que Antorcha es la única organización que quiere sacar del poder de Coyomeapan a “Los Celestino”, una familia de caciques que se ha apoderado de ese municipio de la Sierra Negra. Barbosa los defiende porque, dice él, ser cacique no está penado. La diputada por Ajalpan de Morena, Inés Parra Juárez, dijo ayer lunes en una conferencia de prensa: “el cacique mayor de Puebla es Barbosa. Él apoya las acciones represoras y caciquiles en Coyomeapan”. La gente repudia a “Los Celestino” porque son explotadores y tienen nexos con el crimen. Barbosa se alió con ellos y ahora, desde su gobierno, les tiende su manto protector, aunque para ello deba encarcelar a la oposición y reprimir con violencia a la población. Si nos lo permiten, Antorcha apoyará sincera y totalmente al pueblo de Coyomeapan, porque somos solidarios y luchamos para que el pueblo pueda vivir mejor. Barbosa se une al cacicazgo porque entre criminales también hay unidad. Y la pregunta final es: ¿Quién es, pues, el delincuente?