Karen Santos
El ser humano no tiene la capacidad de detener desastres naturales, lo más que puede hacer es crear planes y diseñar herramientas para no sufrir tanto y, una vez pasado, estrategias y apoyos para subsanar las posibles afectaciones. Bueno, en México, nada de eso. En México, en lugar de prevenir y actuar al momento, dejan desprotegida a la gente desde antes.
Los estados de Puebla, Veracruz e Hidalgo, principalmente, hoy sufren en gran manera los estragos del paso del huracán “Grace” la semana pasada. En Puebla, el millón 277 mil 682 habitantes de los 64 municipios afectados por el huracán, por lo menos un 30 por ciento, es decir unos 400 mil pobladores, tuvieron algún tipo de afectación grave;se han reportado 41 mil 413 hectáreas perdidas en 55 municipios; 300 mil habitantes de 31 municipios continuaban sin el servicio de energía eléctrica y en 34 se recuperó, pero sólo de manera intermitente.
Además, “Grace” dejó afectaciones en las viviendas de 79 mil 520 personas, mientras que hubo pérdidas totales en 75 casas; mientras que 19 mil 543 hogares se quedaron sin techo, 217 más están dañadas por la filtración de agua y en 45 viviendas se cayeron bardas; ocasionó 99 derrumbes y 52 deslaves en 52 municipios de la entidad; se cayeron 4 mil 290 árboles y 322 postes de energía eléctrica. En materia de salud, aumentaron a 77 los daños en infraestructura hospitalaria, entre ellas, 59 en unidades de primer nivel, 14 hospitales y una jurisdicción; también resultaron con daños 65 escuelas de 29 municipios resultaron afectadas con la caída de árboles en techos o paredes desplomadas.
Y, por si esto fuera poco, hay 5 muertes confirmadas: una mujer de 75 años de edad y un hombre de 67 en el municipio de Olintla, en la Sierra Nororiental de Puebla, donde un alud de lodo destruyó su humilde vivienda; una pareja de entre 45 y 55 años de edad murió por un deslizamiento de tierra que sepultó su precaria vivienda en Tlaola, y en Huauchinango, un árbol cayó sobre una casa de cartón y lámina, matando a su morador de 52 años de edad. Todos, con la característica de la falta de una vivienda digna y segura que los pudiera proteger de estas situaciones, como miles de poblanos más.
Y en medio de esta tragedia, otra más: la de la ineptitud del gobierno. Resulta que el mandatario poblano Miguel Barbosa pidió, en lo que ya es su costumbre, casi rogando, que la Federación emita la declaratoria de desastre natural para 64 municipios afectados y así puedan recibir fondos federales, pues Barbosa asegura que la capacidad financiera del estado ha sido rebasada para atender los daños. O sea, Barbosa se deslinda porque, dice, no hay dinero y adelanta que no recurrirá a deuda para solventar las acciones de apoyo para las y los poblanos que resultaron afectados por el huracán “Grace”, porque él tiene un mejor plan. Y ¿Cuál es ese plan? ¡Poner centros de acopio del estado! Siguiendo el ejemplo de otra morenista, Claudia Sheinbaum. La solidaridad de los mexicanos es una característica nuestra por excelencia, pero, ¿y el trabajo del gobierno? ¿En qué se ha gastado Barbosa el dinero que ahora, dice, no hay para los damnificados?
Barbosa, otra vez, quiere quitarse la responsabilidad de responder por su estado y aventarsela al gobierno federal, que, aunque ciertamente debería apoyar, no se le olvide que para eso es él el gobernador omnipotente de Puebla. Él debe ser el primero en apoyar a sus paisanos. En días recientes, anunció que ya hay un programa de asistencia humanitaria que incluye desde la reparación de caminos, viviendas, subsidios a cosechas perdidas y cuyo esquema que está en un decreto. Habrá que preguntarle a los campesinos afectados si es cierto, porque, hasta la fecha, se sabe que la orden del presidente es esperarse a que el gobierno federal realice un censo para saber qué y cuántas personas necesitan ayuda.
Un censo al estilo del que se hizo el año pasado en Tabasco y Chiapas, cuando estos se inundaron y que es la fecha en que de los habitantes damnificados, de los que solo se censó a menos de la mitad, siguen esperando los apoyos. Así que ya podemos suponer cuál es el destino de ese ‘censo’. Es urgente que tanto el gobierno estatal, como el gobierno federal, atiendan esta tragedia y se dejen de improvisaciones baratas. Los damnificados por “Grace” necesitan todo el apoyo. Que los gobiernos trabajen por ellos, es su deber.