Ante la dificultad que conlleva pagar los alquileres, decenas de familias vulnerables de Argentina están tomando un terreno junto a la Villa 21-24 de la Ciudad de Buenos Aires con la intención de tener tierras propias, pero podrían ser echadas en cualquier momento tras el pedido de desalojo dispuesto por la Justicia Federal.
El predio en disputa tiene casi dos hectáreas. Allí se han instalado unas 50 carpas y tiendas improvisadas, con palos, telas y lonas, muy frágiles ante cualquier ventisca o inclemencia climática. De hecho, se vienen fuertes lluvias en las próximas horas.
El vocero de la toma, Nahuel Arrieta , afirmó que aquel terreno está plagado de basura, fortaleciendo la versión de los ocupantes: «Esto estaba abandonado desde hace años». En ese marco, el sitio está repleto de niños, que corretean y juegan al fútbol, bajo la atenta mirada de las fuerzas de seguridad.
Un muro y una reja separan el lugar del resto de la villa. Hasta allí se acercan vecinos del barrio y movimientos sociales para alcanzar alimentos y productos básicos para la subsistencia, que se introducen en el acampe bajo el sistema del ‘pasamanos’.
Es que, aquellas personas que salgan del predio ya no podrán volver, en una táctica para vencer a las familias por agotamiento. Igualmente, hay uniformados que, conmovidos por la situación, miran para otro lado cuando algunos ocupantes tienen que salir y entrar por alguna urgencia, poniendo en riesgo su trabajo al desobedecer órdenes jerárquicas: «Yo también tengo que llegar a fin de mes. Los entiendo», dice un efectivo, en voz baja.
Concretamente, la resolución del juez Daniel Rafecas –tildado de magistrado progresista, del agrado de Alberto Fernández– ordena un desalojo «pacífico», sin recurrir a la violencia física. Sin embargo, los delegados de la ocupación dicen que la expulsión podría ocurrir pronto. Mientras tanto, la prensa tampoco tiene permitido el ingreso, pero un vecino del lugar, Raúl, nos permite entrar a su casa para observar el panorama desde la altura, en un segundo piso. Y la escena parece de postguerra. Un campo de refugiados en medio de la capital argentina.