Al final de la cumbre que reunió por dos días a los líderes de las 20 economías más importantes del planeta en Brasil. El último encuentro del G20 finaliza con un texto ambiguo en torno a la lucha climática, el desarrollo del sur global y la mediación en conflictos, como la guerra en Ucrania o la ofensiva israelí en Gaza.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, participa en la fotografía oficial al cierre del segundo día de la Cumbre de jefes de Estado del G20, este martes en Río de Janeiro (Brasil).
Finalizó el segundo, y último día, de la cumbre del G20 en Río de Janeiro, con la lucha climática como protagonista, aunque sin compromisos concisos de los asistentes, más allá de las palabras.
Después del agitado primer día de sesiones, el segundo día de cumbre estuvo marcado por tensas negociaciones alrededor del medio ambiente y cuestionamientos desde Occidente por la ambigüedad de la declaración final respecto a la guerra en Ucrania.
El presidente brasileño y anfitrión de la cumbre, Luiz Inácio Lula da Silva, acaparó los micrófonos durante el último día de negociaciones, pidiendo compromiso a los países más poderosos dentro del grupo para llegar a las metas ambientales planteadas en textos como el Acuerdo de París, además de emitir un llamado de esperanza para que las conversaciones generadas tras la COP29 sobre el clima lleguen a un buen puerto.
Durante la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, los países del sur global han pedido a las naciones desarrolladas que aumenten la meta de financiación climática a los 1 mil 300 millones de dólares anuales, lo que ha generado un proceso tenso de negociación que tiene como fecha límite el próximo 22 de noviembre.
“No podemos posponer la tarea de Bakú para Belém (hogar de la COP30). La COP30 será nuestra última oportunidad para evitar un colapso irreversible del sistema climático”, sentenció el mandatario brasileño, pidiendo una “gobernanza climática más fuerte” para materializar los acuerdos.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, hizo eco de los llamados del presidente brasileño, pidiendo a los líderes presentes en la reunión que “instruyan a sus ministros y negociadores” para acordar un “nuevo y ambicioso objetivo de financiación climática este año”.
De igual manera, Joe Biden, presidente saliente de Estados Unidos, remarcó la importancia que le da su Gobierno al “alivio financiero” a los países menos desarrollados para que puedan invertir en la transición energética y la lucha contra la crisis climática, a la que están más expuestos que las naciones ricas.
Sin embargo, en vísperas del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, Biden se abstuvo de compromisos concretos. Trump es uno de los grandes negacionistas del cambio climático en la escena política internacional contemporánea.
“Subrayamos la necesidad de aumentar la colaboración y el apoyo internacionales, en particular con miras a aumentar la financiación y la inversión pública y privada para el clima en favor de los países en desarrollo”, sostiene la declaración final de la cumbre del G20, aprobada desde la tarde del 18 de noviembre.
Críticas por la ambigüedad respecto a la guerra en Ucrania
Lejos de las obtusas metas ambientales en el G20, las guerras que azotan el mundo también tuvieron un lugar en las conversaciones.
Sobre la Franja de Gaza, la declaración final de la cumbre remarcó el “sufrimiento humanitario” que padecen los territorios palestinos, así como las preocupaciones del grupo en torno a la escalada hostil entre Israel y Líbano.
El grupo, sin señalar a Israel por la catástrofe humanitaria en el enclave, ni a Hamás por la masacre del 7 de octubre de 2023, se mostró a favor de la solución de dos Estados y pidió asegurar el “derecho palestino a la autodeterminación”.
“Afirmando el derecho palestino a la autodeterminación, reiteramos nuestro compromiso inquebrantable con la visión de la solución de dos Estados en la que Israel y un Estado palestino convivan en paz”, reza la declaración.
Por otro lado, sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, la declaración también condenó las hostilidades dentro del territorio ucraniano y llamó a las partes en conflicto a dialogar por la paz en la región, aunque, como en su resolución sobre el conflicto israelí-palestino, tampoco señaló a Rusia como el culpable de las agresiones, buscando implementar un tono más diplomático.
El texto, que fue cerrado inusualmente por Lula da Silva un día antes de lo previsto, ha sido duramente criticado por los líderes de Francia, Alemania y Reino Unido, quienes concuerdan que la declaración final falló en condenar más enérgicamente la ofensiva rusa en suelo ucraniano.
“Es demasiado poco cuando el G20 no encuentra las palabras para dejar claro que Rusia es responsable”, dijo el canciller alemán, Olaf Scholz. “El comunicado fue cerrado por el presidente Lula. Se quedó corto respecto a la posición que podríamos haber tenido”, mencionó el presidente francés, Emmanuel Macron.