Contribución al balance de fin de sexenio

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Por Omar Carreón Abud

Las promesas más encendidas de la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fueron las de abolir la corrupción y mejorar primero a los pobres. A muchos ciudadanos los convencieron la urgencia evidente y las bondades incuestionables de los ofrecimientos y entregaron su voto al candidato de Macuspana. Cuando estas líneas sean publicadas, estarán iniciando los últimos diez días de AMLO como Presidente de la República, ¿deberán los trabajadores, los que viven al día de su salario, echar las campanas a vuelo y salir a la calle a despedirlo y con lágrimas en los ojos, darle las gracias por sus ingentes esfuerzos y atronadores resultados de la palabra empeñada? No. A menos que los engañen o los obliguen.

Estoy plenamente convencido de que no hay ninguna razón válida para ello y cualquier equivocación en ese sentido sólo servirá para alentar y redoblar nuevos abusos y manipulaciones. Dicen que el veredicto definitivo lo otorga la historia. Pero la historia no habla, se expresan y actúan los pueblos que se integran por hombres y mujeres y, como uno más de ésos, me expreso y opino. Cada cual usará su cerebro y sus sentimientos y dirá si lo convenzo con mi modesto esfuerzo para la estimación del sexenio que, para bien de los desposeídos, ya se termina.

El Producto Interno Bruto per cápita del mundo es ahora cinco por ciento más grande que en el año que inició esta administración, el PIB de México es 2.3 por ciento más pequeño; cuando AMLO tomó posesión había 20 millones de personas sin acceso a los servicios de salud, el día de hoy existen 53 millones; como consecuencia de la pandemia de Covid-19, 808 mil 619 personas perdieron la vida y nuestro país ocupa el escandaloso cuarto lugar mundial en muertes. Tétrica realidad a la cual habría que descontarle la nueva megafarmacia que ya surte cinco recetas al día y añadirle los 197 mil 473 homicidios dolosos, entre ellos, los de nuestros hermanitos Conra, Meche y Vladi.

Las tres megaobras emblemáticas del Presidente, ninguna de ellas diseñada para combatir la pobreza, sino para servir a las empresas y a la gente adinerada, como la refinería Dos Bocas, que no refina nada; el Tren Maya, que recorre una parte de la ruta programada y sólo transporta a poco más de 900 pasajeros diarios y el Aeropuerto Felipe Ángeles, que opera entre 34 y 54 vuelos diarios mientras que el antiguo de la Ciudad de México sigue operando más de mil vuelos al día, les costaron a los trabajadores mexicanos, las tres obras en conjunto, 468 mil 159 millones de pesos de sus impuestos, muy por encima de lo que originalmente se había dicho que costarían. ¿Por qué tan gigantesco error de cálculo de los expertos programadores? ¿En la era de la inteligencia artificial? La corrupción no se ha acabado.

Entre otros destinos, ahí se fue el dinero necesario para la educación. Un análisis de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) reveló que, excepto el segundo de primaria que pasó de panzazo las pruebas de lectura, el resto de los alumnos de segundo a sexto de primaria y los de secundaria, reprobaron. Además, en la Cuarta transformación, los jóvenes de familia pobre no llegan a la universidad: según el Inegi, del total del alumnado inscrito en programas de pregrado, es decir, de nivel universitario, sólo el 4.9 por ciento pertenece al decil más pobre.

El Presidente, proclama a voz en cuello que su gobierno redujo la pobreza. Un analista tan serio como Julio Boltvinik lo ha refutado de manera contundente con base en datos duros y a mí me surge la duda, si ahora ya hay menos pobres ¿por qué el nuevo gobierno también de la “Cuarta Transformación”, se propone incrementar las ayudas en dinero? Ya son 28 millones de mexicanos a los que hay que agregar a sus familias, los que las reciben y todavía se ofrece aumentarlas en los primeros meses del nuevo sexenio; si ya hubiera, como asegura AMLO, menos pobres ¿no deberían de haber entrado esas ayudas en un proceso de reducción y no de incremento?

¿Y el bienestar de los niños y los jóvenes? Don Julio Boltvinik también estudió y mostró la realidad. Me permito usar su valiosa información. En 2022, el 86.7 por ciento de los menores (de cero a 17 años), vivía en pobreza, mientras que para la tercera edad este indicador era del 58 por ciento; en números absolutos, los menores pobres eran 32.3 millones y los adultos mayores pobres eran 10.6 millones, aun así, el justiciero grupo de cuatroteístas le asignó a la tercera edad en ese 2022 el 71 por ciento del gasto total en transferencias monetarias sociales y a los menores sólo 6.5 por ciento (la onceava parte). ¿Otro errorcillo aritmético? Ni por pienso. La dura respuesta se encuentra, aunque usted no lo crea, en que los menores de 17 años ¡no votan! y las ayudas para el bienestar son la pistola en la cabeza de los mayores de edad para obligarlos a sufragar por los candidatos morenistas. ¿Por qué cree usted que están tan interesados en llevar a las urnas la designación de los jueces?

Como ha podido comprobarse, la política económica de la 4T canceló casi todo el gasto social y sólo se resignó a hacer las erogaciones indispensables para la compra de votos. Ese grupo político es simplemente una nueva expresión de los privilegiados que se ha encargado de proteger y desarrollar al sistema de la explotación de la fuerza de trabajo. ¿Con cuánto éxito? Creo que con mucho, pero reconozco que son sus patrones los que darán la última palabra. Todas las declaraciones de compromiso y de amor ardiente por los necesitados eran y siguen siendo una estratagema. Apenas había pasado el triunfo electoral y no se llegaba todavía el día de la toma de posesión cuando, sin motivo alguno, AMLO decidió que ya debería empezar a ser quien realmente era y la emprendió contra el Movimiento Antorchista Nacional, contra nosotros, una organización social cuyos miembros eran y siguen siendo, campesinos pobres, trabajadores urbanos, modestas amas de casa y estudiantes de bajos recursos. Una guerra de exterminio.

Con desprecio de clase, dijo en un discurso pronunciado durante un mitin en la ciudad de Mexicali, Baja California, el viernes 21 de septiembre de 2018, que los apoyos en dinero que se proponía dar a la gente los iba a entregar de manera personalizada y no a organizaciones como la “Antorcha no sé de qué” y que “me tienes que entregar a mí como dirigente y yo lo voy a repartir –porque dicen como caciques, ‘a mi gente’. Eso ya se acabó, son ciudadanos libres”. Al día siguiente, en Guaymas, Sonora, volvió a arremeter contra la Organización de los Pobres de México, aunque, ahora la llamó “Antorcha mundial” y añadió: “ya está demostrado que cuando hay intermediarios no llega la ayuda o llega con moche, ya se va a terminar este asunto”. Las calumnias y las burlas desde la primera magistratura del país habrían de repetirse 179 veces más.

Pero resulta que nunca, nadie en ese entonces, había demostrado que las demandas que el pueblo conquistaba luchando del brazo del Movimiento Antorchista Nacional llegaran con “moche” a quien las solicitaba. Pudiera ser que un presidente electo, arrastrado por la emoción de una gira triunfante y rodeado de simpatizantes, no midiera sus palabras, pero pronto llegó el inmenso poder de la Presidencia de la República, de “el presidente lo sabe todo” y, por tanto, la oportunidad de oro para darle contenido y contundencia a sus ataques clasistas y nada, que ya se termina, en diez días más a partir de que se publiquen estas líneas, el sexenio y, todavía, nunca, nadie, en ningún lugar ha podido demostrar que el Movimiento Antorchista Nacional haya medrado y crecido como consecuencia del robo a las demandas de la gente. No hay, ni ha habido un solo Antorchista preso por ese delito, ni procesado, ni denunciado siquiera. Y ya pasaron seis largos años.

No lo digo por arrogante. Lo digo porque la verdad es patrimonio de los pueblos y no le debe llegar, ésa sí, por obra y maniobra de AMLO, con moches y graves deformaciones. Tiene que ser conocida completa, grande, brillante, como todas las verdades que en el mundo han sido y que se ha intentado infructuosamente sepultarlas. Antorcha existe y crece vigorosa y valiente porque el pueblo está más pobre, oprimido y engañado que nunca y porque, como dijo el Maestro Aquiles Córdova Morán, fundador, inspirador y guía incomparable del Movimiento Antorchista Nacional, “Nunca, jamás en la historia del mundo, los males de los pobres fueron curados por la misericordia o el sentido de justicia de las clases ricas; por el contrario, éstas se vuelven más crueles y agresivas mientras más miserable y abatido ven al pueblo”.

En los días que corren, las élites explotadoras del mundo y su expresión nacional, a su modo y ritmo, están renunciando a sus más queridos y afamados valores eternos. Están renunciando a la democracia, como en Estados Unidos, en donde uno de los dos más importantes candidatos ya acumula dos atentados contra su vida o, como en México, en donde se ganan y se pretende seguir ganando elecciones cohechando y amenazando como nunca antes a los votantes; están renunciando a sus proclamados Derechos Humanos con las aterradoras matanzas en Gaza y Líbano en pleno rostro de la humanidad; están renunciando al neoliberalismo, a su libre mercado y a la mano invisible, deidad que hasta hace poco adoraban, apresurándose a imponer aranceles y prohibiciones a su más devastador y horrendo enemigo: el precio chino; están renunciando a la aplicación de la justicia para garantizar la paz y la tranquilidad de los ciudadanos que atestiguan pasmados cómo en lugar de las sanciones a los infractores que ejecutan hombres, mujeres y niños, se ofrecen “abrazos” cariñosos; y están renunciando a la reverenciada libre expresión reprimiendo descaradamente a cuanto periodista, medio de comunicación y red social que no diga lo que le conviene al poder en turno.

Presenciamos, pues, el derrumbe de lo más caro de la ideología de las élites dominantes como consecuencia directa y obligada del grave deterioro de su modo de producción que exige mayor volumen, rapidez y efectividad en la explotación del trabajo ajeno. ¿Será que ahora esta clase social obsoleta y decadente, con sus continuas provocaciones a Rusia, a China y a muchos otros, ha resuelto que, si colapsa su modo de existir, usará su poderío nuclear para que, junto con ella, desaparezca la humanidad entera?

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