Por Tania Rojas
La versión liberal del feminismo promueve la participación de las mujeres en la fuerza laboral como la vía para atacar las desigualdades de género en la sociedad capitalista. Detrás de esta postura está la idea de que el bienestar humano en general puede alcanzarse por medio del mercado, participando y compitiendo en él. Es en el mercado donde los hombres y mujeres ejercen su libertad, al desarrollar y ejercer libremente sus capacidades empresariales. La libertad de elección de los individuos se garantiza, en fin, mediante la libertad de mercado y de comercio. De aquí que la participación misma, el acceso igualitario a las oportunidades de empleo y desarrollo profesional, y la equidad salarial estén en el centro de su agenda política.
El argumento es bastante sugestivo. Esta idea de libertad, no obstante, oculta que la capacidad para ejercerla efectivamente está ligada a la riqueza con la que los individuos se presentan en el mercado, y que restringe desde un primer momento las elecciones que dichos individuos pueden hacer: crear riqueza o apropiarse de ella. De aquí que pululen con cierta facilidad discursos feministas de superación y empoderamiento personal que en los hechos terminan reduciéndose a un apoyo psicológico superficial para infundir deseos de éxito, perseverancia, independencia, etc. Esto es, se nos prepara para la supervivencia individual en el mercado, pero sin tocar la desigual distribución de la riqueza, que sostiene a la economía de mercado, y que emana de ella.
Este discurso sin compromiso resulta particularmente favorable al estado neoliberal, quien al puro estilo del marketing empresarial se adorna con una fachada feminista, mientras se apresura a imponer la austeridad eliminando de un tajo apoyos a madres solteras, servicios públicos elementales como guarderías y escuelas de tiempo completo, e ignorar los problemas particularmente críticos de inseguridad que afectan a las mujeres. Sí, esto viene a propósito del cierre del primer gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) y el obligatorio balance que debemos hacer en vista de lo que nos depara la próxima administración.
La postura de la 4T sobre el tema de las mujeres se sintetizó en el Programa Nacional de Igualdad entre Mujeres y Hombres, Proigualdad 2020-2024. Esta propuesta se desarrolló en torno a seis puntos clave: autonomía económica, salud y bienestar, cuidados, no violencia, participación igualitaria en la vida pública y entornos seguros y pacíficos. El punto sobre la autonomía económica, que es el tema que nos ocupa, hace referencia al manoseado fomento al emprendimiento como la vía para insertar a las mujeres en el mercado laboral. Pero ¿qué se ofrece en concreto? Entregar microcréditos y apoyar en el desarrollo de habilidades empresariales, centrándose en la integración de las mujeres en el comercio electrónico. Siendo serios, ¿qué posibilidades de autonomía económica pueden ofrecer los ingresos provenientes de ventas minoristas en línea, si cuando sale bien la venta apenas si compensa la pérdida de los programas gubernamentales anteriores, y cuando fracasa arrastra a los hogares en el hoyo de las deudas?
El pomposo anuncio sobre la creación de la Secretaría de las Mujeres nos recuerda a la también festejada promesa de la creación del Sistema Nacional de Cuidados al arribo del gobierno que se va. Esta institución nunca se materializó. Por el contrario, para 2021, el gobierno ya había recortado los fondos para los programas de guarderías y el apoyo a las madres trabajadoras en un 40 por ciento, en comparación con el gasto en estos rubros en 2018, y eliminó las escuelas de tiempo completo. Si algo cumplió el gobierno saliente fue implementar rigurosamente la política de austeridad. La administración entrante ha reafirmado este enfoque, lo que sugiere que será una constante en su gestión. En este contexto, el impacto de la nueva Secretaría de las Mujeres queda en entredicho. La austeridad y la atención seria a las necesidades vitales de las mayorías, hombres y mujeres, como la salud, seguridad y empleo, son simplemente excluyentes.