Actualmente, la precariedad laboral, el desempleo y las malas condiciones de vida de la clase trabajadora, tan comunes en los tiempos de Marx y Marshall, se han agravado con el neoliberalismo.
Por Arnulfo Alberto
Karl Marx y Alfred Marshall fueron los más grandes pensadores de la economía política del Siglo XIX. Ambos estuvieron singularmente interesados en el destino de la clase trabajadora y vivieron en un periodo de grandes cambios económicos y sociales. Intentaron entender a una sociedad cambiante y turbulenta en la que la clase trabajadora empobrecida padecía serios desafíos de sobrevivencia.
Las ideas socialistas los influyeron de manera muy diferente. Cada uno tenía conocimientos que iban más allá de los estrechos límites de la economía política. Marshall se interesó en la física, estudió metafísica y se sumergió en la ética para finalmente decidirse por la economía. Es reconocido como uno de los padres fundadores de la economía neoclásica. Marx se hallaba en la antípoda de Marshall. Fue el padre intelectual del socialismo científico, el autor de un análisis integral de las contradicciones del sistema capitalista y el crítico más radical de la economía política burguesa, de la que Marshall fue figura destacada.
Actualmente, la precariedad laboral, el desempleo y las malas condiciones de vida de la clase trabajadora, tan comunes en los tiempos de Marx y Marshall, se han agravado con el neoliberalismo. En su época, ambos discutieron los problemas generados por el liberalismo económico y ofrecieron una explicación científica desde diferentes enfoques. El de Marshall fue individualista, ya que exigió a los padres de familias mayor responsabilidad en la educación, la formación del carácter y el comportamiento social de sus hijos. El análisis de Marx, en cambio, fue más estructural y enderezó su ataque contra el sistema económico y contra los mecanismos y las leyes de éste, que crean las condiciones socioeconómicas que benefician a los propietarios del capital.
Marshall sostenía que el trabajo influye en la vida de las personas, mientras que Marx discutió esto y dirigió su crítica sobre la propiedad de los medios de producción. Marshall destacó que las condiciones materiales negativas de la clase trabajadora –falta de comida, cuidados y tiempo libre– afectan la eficiencia y la productividad laboral y, para evitar este impacto, propuso financiar la educación y generar una mayor movilidad social en estos grupos. Marshall mantuvo una línea de razonamiento similar a la de Thomas R. Malthus, pues creía que el rápido crecimiento de la población era un obstáculo para mejorar el bienestar, por lo que consideró que, para equilibrar el aumento de la población, un trabajador educado probablemente sería más consciente de los riesgos de degradación social que conlleva una descendencia fuera de control.
Marx explicó la precarización del trabajo y las condiciones de vida de los asalariados a partir de un mecanismo inherente al capitalismo: la tendencia a polarizar y concentrar el capital en pocas personas. La competencia y la acumulación provocan gradualmente un aumento de la composición orgánica del capital, es decir, un aumento del capital constante y una disminución del capital variable. Esta reducción en la demanda de fuerza de trabajo genera un ejército industrial de reserva o excedente. Esta población laboral tiene una doble función: ayuda al capital a superar la barrera natural del crecimiento de la población e integra una masa de trabajadores disponibles para ser utilizados en todo momento o en tiempos de auge.
Por tanto, la disponibilidad de fuerza de trabajo no es un impedimento para la acumulación de capital. La segunda es que funciona como una fuerza disciplinaria para mantener los salarios lo suficientemente bajos como para que se genere la mayor plusvalía posible. El ejército industrial de reserva es, por tanto, un resultado como una condición para la acumulación de capital y, a través de este mecanismo, el capital crea las condiciones para su propia reproducción, con el empeoramiento de condiciones laborales para los trabajadores. En cuanto a la idea de Malthus sobre la superpoblación como causa del empobrecimiento, Marx rechazó esta noción citando algunas estadísticas de Irlanda, donde incluso la despoblación dramática no mejoró las condiciones de vida de sus habitantes.