Guerra comercial  estadounidense contra China

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Los medios de comunicación chinos lanzaron una advertencia a la Comisión Europea (CE) sobre la posible imposición de aranceles a los vehículos eléctricos chinos en Europa. ¿Prestará Bruselas oídos comprensivos o caerá en la trampa de las sanciones?

La Comisión Europea se dispone a anunciar sus conclusiones tras una investigación de varios meses contra las subvenciones sobre los vehículos eléctricos chinos, que, según algunas estimaciones, son un 20% más baratos que los europeos.

La diferencia de precios ha llevado a la Comisión Europea a estudiar la posibilidad de imponer aranceles adicionales, con el pretexto de que los fabricantes chinos reciben ayudas estatales, lo que la Unión Europea considera una “ventaja injusta”. La investigación comenzó a pesar de que la Comisión Europea no había recibido ninguna queja formal de la industria automovilística europea. En ausencia de daños reales, se centra en la amenaza “potencial” de la afluencia de vehículos eléctricos chinos a bajo precio al mercado europeo.

El Global Times, diario chino en lengua inglesa, subraya que la medida de la Comisión Europea parece muy impopular en el bloque. Cita las declaraciones del canciller alemán, Olaf Scholz, en septiembre de 2023, en las que afirmaba que los fabricantes alemanes de automóviles no debían temer a sus rivales asiáticos, y la advertencia del primer ministro sueco, Ulf Kristersson, el 14 de mayo, de que “una guerra comercial más amplia en la que nos bloqueemos mutuamente los productos no es el camino a seguir”.

Bloomberg cita a fabricantes europeos de automóviles que también advierten contra la medida. El consejero delegado de Stellantis, Carlos Tavares, calificó los posibles aranceles contra los vehículos eléctricos chinos de “gran trampa” que podría acelerar la inflación. El consejero delegado de Mercedes, Ola Kallenius, declaró que Europa debería resistirse a la petición de medidas proteccionistas, mientras que el exconsejero delegado de Volkswagen, Herbert Diess, señaló que la imposición de aranceles a los vehículos eléctricos chinos podría retrasar la transición de Europa a las energías limpias y desencadenar una peligrosa guerra comercial mundial.

La preocupación de los fabricantes occidentales es comprensible, ya que Volkswagen, Porsche, BMW y Mercedes, entre otros, se benefician de sus ventas en China. Muchas empresas alemanas fabrican sus vehículos allí, donde la energía y la mano de obra son mucho más baratas que en Europa.

“Esto nos lleva a plantear la pregunta de por qué la Comisión Europea da un paso tan impopular y peligroso que carece de toda base factual y legal”, indica Global Times, sugiriendo que algunos políticos de la UE quieren utilizar la creciente tensión entre Pekín y el bloque para sus propios beneficios políticos, y señalando a Washington como el principal impulsor de la inminente guerra arancelaria entre la UE y China.

A mediados de mayo, la Administración Biden anunció la imposición de aranceles adicionales a los automóviles eléctricos, paneles solares, semiconductores, acero y otros productos fabricados en China. Los vehículos eléctricos chinos enviados a Estados Unidos se enfrentan ahora a un impuesto de importación del 100%. Según el diario chino, no es casualidad que el anuncio de la Comisión Europea se haga tras las elecciones al Parlamento Europeo, ya que los aranceles causarían “pérdidas considerables a las empresas y los consumidores de la Unión Europea”.

“Si hay alguna duda sobre si Pekín responderá y cómo lo hará, se puede mirar cómo respondió China a la guerra comercial iniciada por EEUU en los últimos años. China no escalará la situación, pero no se equivoquen, su respuesta será suficiente y sentida por la parte de la UE”,advierte Global Times.

Imponer aranceles de represalia de hasta el 25% a los autos con motores grandes fabricados en la Unión Europea, lo que significa que Mercedes-Benz, Porsche y BMW serían los más afectados. La aviación europea, los productos agrícolas y lácteos, el vino y el brandy podrían sufrir gravámenes de respuesta.

Pekín podría restringir las exportaciones de materiales y componentes vitales para la producción de vehículos eléctricos, como las tierras raras, incluido el litio, indispensable para fabricar baterías de automóvil.

Los fabricantes europeos de automóviles con fábricas en China podrían ser víctimas de una posible guerra comercial. Por último, pero no menos importante, Pekín podría introducir restricciones al turismo en Europa para infligir un daño económico adicional.

Europa se encuentra ahora entre la espada y la pared. Ya ha seguido el ejemplo de Estados Unidos al introducir amplias sanciones contra Rusia, que luego se volvieron en su contra y provocaron la desindustrialización de algunas antiguas potencias industriales, como Alemania. Se dice que el bloque europeo se ha recuperado de una “leve recesión”, pero su crecimiento del PIB del 0,3% en el primer trimestre de 2024 parece débil.

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