El 31 de marzo, el Comité Nacional Antiterrorista (CNA) informó sobre la detención de tres sospechosos de terrorismo en Daguestán, en el Cáucaso Norte.
“Los militantes detenidos estaban directamente involucrados en la financiación y el suministro de medios de terror a los autores del acto terrorista cometido el 22 de marzo de 2024 en la sala de conciertos Crocus City Hall en la ciudad de Moscú”, señala el informe.
Además, indica que los aprehendidos preparaban otro acto terrorista en la ciudad rusa de Kaspisk, en lugares de reunión masiva de personas. Durante la interrogación, uno de los detenidos confesó que entregó armas a los terroristas que atacaron Crocus City Hall.
Los agentes confiscaron en su casa dos fusiles Kalashnikov y 460 cartuchos de munición.
El pasado 22 de marzo, un grupo de hombres armados dispararon contra una multitud reunida en la sala de conciertos del Crocus City Hall, apenas unos minutos antes de comenzar un concierto de una banda de rock. El tiroteo fue seguido por un incendio que, según el Ministerio de Emergencias, afectó un área de casi 13 mil metros cuadrados. Según los últimos datos oficiales, el ataque terrorista dejó 144 muertos, entre ellos niños, y unos 180 heridos.
Hasta ahora, han sido detenidos en Rusia 13 presuntos implicados, incluidos los cuatro atacantes que abrieron fuego en el Crocus City Hall, así como nueve personas en Tayikistán, sospechosas de tener vínculos con los perpetradores del atentado.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, reconoció que el ataque fue obra de islamistas radicales, pero supuso que podría ser un eslabón en una cadena de operaciones que se llevan a cabo contra Rusia desde 2014 “con las manos del régimen neonazi de Kiev”.
Según el Servicio Federal de Seguridad, después del atentado los terroristas intentaron huir hacia la frontera entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, Ucrania negó de plano su implicación en el ataque. El atentado a la sala de conciertos es el más mortífero en Rusia en casi 20 años.