La pregunta tiene mucho tiempo: ¿español o castellano? En tiempos en los que la identidad es el gran vector que atraviesa todos los debates políticos y culturales, la denominación de la lengua que hablan más de 500 millones de personas en todo el mundo no queda libre de disputas.
En un extenso reportaje publicado en el diario español El país abordó este importante tema de la siguiente manera:
La Constitución de España define el castellano como la lengua oficial del Estado que todos tienen el derecho a usar y el deber de conocer. Las dos denominaciones empatan siete a siete en las constituciones o leyes de América Latina que lo especifican.
La Fundación del Español Urgente (Fundéu), creada en febrero de 2005 en Madrid por el Departamento de Español Urgente de la Agencia de Noticias hispana EFE, consideró preferible usar castellano al referirse al modo de expresión en España para diferenciarlo de otras como catalán, gallego o vasco, igualmente españolas y español cuando se habla de la comunidad hispanohablante.
En la misma línea, el Libro de Estilo de El País defiende el castellano en el contexto de otras lenguas españolas y español en los demás casos. Y la Real Academia Española (RAE), máxima autoridad en la materia, vela por la lengua española. Hasta ahí, el marco institucional.
La Filóloga Dolores Pons reabrió el debate al declarar que prefirió decir español y dejó el castellano para la literatura escrita hasta el siglo XVI. Sostuvo que la lengua española no es solo una evolución del castellano, sino que ha incorporado elementos de todas partes.
A partir de esto, el diario El país, preguntó a escritores y filólogos de una amplia zona geográfica y sus respuestas constataron las distintas percepciones de ambas denominaciones. Por fortuna, hay solución.
La Profesora de Literatura Gallega de la Universidad de Santiago, Dolores Vilavedra, indicó que castellano implica el reconocimiento tácito de la existencia de otras lenguas españolas, su uso resultó así más inclusivo y respetuoso con la diversidad y recordó que el término castellano fue habitual hasta la dictadura de Primo de Rivera, cuando la RAE, que venía publicando una Gramática de la Lengua Castellana sin problema desde 1771, cambió a la etiqueta más nacionalista español.
Albert Branchadell, Profesor de Filología Catalana en la Universidad Autónoma de Barcelona, indicó que en el plano histórico el castellano como lengua es bastante anterior a la existencia de España como Estado o como concepto político. Insistió en lo apropiado de español en el ámbito internacional y académico, donde las universidades conforman los departamentos de Filología Española, no castellana.
La Académica Inés Fernández-Ordóñez, gran conocedora de Ramón Menéndez Pidal, el académico que promovió el cambio de castellano a español en los años veinte del siglo pasado, negó la motivación política de este giro, pues lo justificó perfectamente en sus escritos porque el castellano se había quedado estrecho, había incorporado muchos elementos de diferentes sitios.
En América, todo cambió. En el Cono Sur se llamó castellano y rechazaron español porque les parece que esto es lo que se habla en España. En México, por el contrario, español es el nombre con el que se identifican y castellano evoca al Reino de Castilla y a los conquistadores, por lo que no suscita simpatía, relató la Académica de la RAE.
En el Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Córdoba, Argentina, en 2019, Mempo Giardineli defendió castellano de América y Claudia Piñeiro, ambos argentinos, sugirió que el congreso se llame de la Lengua Hispanoamericana.
Español y castellano son palabras hermanas, aunque haya gente quisquillosa en cualquier familia, dijo Luis García Montero, Director del Instituto Cervantes, quien como filólogo prefiere español porque el idioma no nació en Castilla, sino en una zona de convivencia de lenguas diversas de la península.
El mexicano Jorge Volpi se siente cómodo con español y reconoce que hay distintos españoles, nacionales y regionales. ¿Conviene buscar una denominación más inclusiva? No lo veo necesario: cada hablante puede elegir la que más le convenza, aseguró.
El colombiano Héctor Abad Faciolince cree que fue justamente el salto del castellano a América el que lo volvió español. De las varias lenguas peninsulares fue la que se impuso incluso entre gallegos, asturianos, catalanes y vascos. Desde un punto de vista americano internacional es más normal llamarlo español, así como internacionalmente el italiano se conozca como tal y solo internamente se diga que es toscano.
Más que hermanas, Fernández-Ordóñez las llama sinónimos. Debe prevalecer la tolerancia y que cada hablante elija la que prefiera. No veo ningún sentido a cambiar el nombre de la lengua. Esta está llena de sinónimos. ¿Tendríamos que suprimirlos en todos los casos? Además, los cambios lingüísticos no suceden por decreto. No existe ninguna institución ni grupo capaz de cambiar el nombre con el que los hablantes se refieren a una realidad. Si alguien quiere promoverlo, adelante. Pero soy escéptica.