Por Michel Martínez
Después de una larga jornada cultural por el sureste del país, hoy me siento agradecida con el Movimiento Antorchista Nacional por hacerlo posible. No solo me regreso a Puebla feliz de haber conocido nuevos lugares, playas, lagunas, museos, comida, etc., sino que igual aprendí que donde sea que Antorcha esté ella va a iluminar a su gente, va a luchar para que este país sea mejor, para que las condiciones cambien. Nada es fácil, pero con trabajo, lucha y un objetivo claro vamos a lograr que el cambio sea posible, que la gente conozca el trabajo que realizamos.
Poco o nada habla el gobierno de lo que Antorcha hace con los hijos del pueblo, pero esto hace: hace hombres y mujeres conscientes, humildes, sensibles, luchadores sociales, compañeros, buenos bailarines, actores, cantantes, declamadores y, sobre todo, antorchistas que comprendan que esta lucha es de todos, que todo vale la pena y todo lo que hacemos es por la causa.
Aprendí mucho de toda la gente de Quintana Roo y Yucatán, del público que tuvimos, gente que jamás había visto un espectáculo como el que les trajimos y que esto les movió algo sentimental y de conciencia, saber que le alegramos el día a miles de personas, que nuestro espectáculo los ayudó para olvidar un poco los problemas, que si es un distractor bueno y además de eso es una forma de despertar en ellos esa fuerza para seguir, para luchar por lo que es para el pueblo, por todo lo que merecen, saber que hay esperanza, que el cambio existe y que se va a lograr, que todo lo que hacemos desde nuestra trinchera es una semilla para esta causa.
Gracias por los aplausos, por las sonrisas, por las palabras. En mi corazón se va todo eso. Un habitante de Maya Balam dijo que al vernos bailar, actuar y cantar se le olvidaba la enfermedad y la tristeza, y no saben cuanto significan sus palabras. Por eso estoy aquí escribiendo esto, porque lo que vine a hacer no fue simplemente bailar y declamar, fue conocer a la gente, reafirmar por qué Antocha es lo mejor que me pudo pasar, cada día, con cada experiencia mi convicción es más segura, vine a compartir lo que sé hacer, vine a darle un respiro a mi gente, que sepan que todos somos un solo hombre y que el cambio viene y que este país va a ser mejor.
Gracias compañeros del Sureste de México por el trabajo que realizaron para que nosotros estuviéramos aquí, les reconozco y les aplaudo lo que hicieron, conocí las carencias que pasan algunas colonias por este proyecto que tiene el gobierno del Tren Maya que si bien puede beneficiar a unos cuantos, a la mayoría les afecta por lo menos en los servicios básicos (luz, agua, drenage) incluso los costos para ellos aumentan, se le olvida al gobierno que aquí hay gente de su raza, que no todos son extranjeros y no pueden pagar precios elevados, afortunadamente esto es algo que Antorcha sí entiende, sí conoce y por ello luchamos todos los días.
Felicidades porque su trabajo me deja una lección grandiosa, que es más fuerte el amor y la convicción que las dificultades y trabas que otros quieran poner, gracias por siempre darnos un público al cual presentarnos, por el hospedaje y por el cariño, nunca me sentí ajena, al contrario me sentí parte de ustedes, como si esta fuera mi casa. ¡Gracias infinitas compañeros!
Fueron largos días, fue complicado acostumbrarme al clima, demasiado calor, muchas funciones donde el calor te agotaba, pero el público te hacía sentir como si el calor no existiera, el sudor ya no se sentía, di lo mejor de mí y se que aun puedo dar más por toda la gente, dar mi vida y tiempo a la causa.
Estoy feliz y muy agradecida, ¡gracias por la experiencia! Gracias Quintana Roo y gracias Yucatán, pero sobre todo: ¡gracias a Antorcha!
