Por Adrián Salazar
En los últimos días de mayo, un sector importante de Chimalhuacán realizó una caminata por las principales calles del casco nativo del municipio. La población manifestó su inconformidad por la falta de agua, principal problema durante la actual administración de la presidenta municipal, Xóchitl Flores Jiménez, quien, además, se ha mostrado indiferente para atender las necesidades de los chimalhuacanos, sin mencionar el incremento de la inseguridad.
“Amas de casa, estudiantes, maestros, profesionistas, vecinos de diferentes barrios y colonias del municipio se sumaron a la marcha que denunció la mala administración de la alcaldesa de filiación morenista. A su paso se fueron integrando habitantes del circuito nativo y, desde sus balcones, cientos de vecinos mostraron su apoyo y solidaridad a los manifestantes. La falta de agua potable y la inseguridad afectan la vida de la población, pero la administración morenista no ha acertado a resolver las necesidades de los ciudadanos”, (esferaperiodistica.com.mx).
Hoy en día las familias de este municipio se arrepienten de haber votado por Morena. Manifiestan que votar por ese partido y sus representantes fue el peor error que han cometido al contrastar la dura realidad en la que viven con un gobierno morenista contra el progreso y desarrollo continuo que había con quienes encabezaban el “Proyecto Nuevo Chimalhuacán”.
Al terminar la administración del 2019 – 2021, que dirigió el biólogo Jesús Tolentino Román Bojórquez, Chimalhuacán contaba con un Organismo Descentralizado de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (ODAPAS) con el 100% de equipamiento sano y con una operación del 95%, ahora, en manos de Morena, más de 20 mil familias carecen de agua potable, lo que se ha convertido, junto con la inseguridad, los principales problemas a los que se enfrenta la ciudadanía.
Desde el año 2000, cuando llegó a la presidencia municipal Antorcha por primera vez, comenzó la transformación radical de ese municipio que era considerado como “uno de los basureros del Estado de México; las calles no tenían servicio de limpia, estaban colmadas de agua fétida, sus habitantes debían corretear a los “piperos”; y en las temporadas de lluvia debían usar lanchas en buena parte de sus calles porque se convertían en lagunas”.
Sin embargo, durante los gobiernos antorchistas se materializaron importantes logros transformaron radicalmente la vida de la gente; se alcanzó una cobertura total en infraestructura hidráulica, misma que era autosustentable al contar con 33 pozos para abastecer a todo el territorio, un avance casi en su totalidad de servicios básicos, la gestión y realización de la línea 3 del Mexibus, la edificación de ocho universidades, la realización de dos auditorios, además de la construcción del Planetario Digital Chimalhuacán, que fue nombrado por la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), “la Obra Mexiquense 2018”.
Pero los logros y triunfos, por los que lucharon y trabajaron durante dos décadas a brazo partido, fueron tirados a la basura cuando Chimalhuacán votó por Morena. Cambió oro por espejos y ahora, que sufre y padece las consecuencias en carne propia, se arrepiente por haberse dejado engañar con cantos de sirena, por un discurso bonito que les endulzó el oído, pero bofo e insustancial.
Desde el Morena, fue evidente su falso ropaje de izquierda, claro, su discurso fue diseñado para captar a los sectores más empobrecidos y lacerados de la sociedad prometiéndoles el reino de los cielos en la tierra, sin embargo, su plan de acción fue evidenciado, por propios y extraños, como inviable, advirtiendo así, que todo lo prometido quedaría en promesas, en palabras que se llevaría el viento. Ahí esta la realidad concreta con la que se han topado los 30 millones de mexicanos que cayeron en sus argucias.
Para muestra un botón, toda la infraestructura construida para brindar y garantizar el servicio de agua potable a los chimalhuacanos hoy está en completo abandono y, por tanto, las familias carecen de un servicio básico. No mencionemos el servicio del metro en la Ciudad de México; el fracaso del Insabi sin llegar a un servicio de salud como el de Dinamarca, o la política de “abrazos, no balazos” que nos ha colocado en el sexenio más violento de la historia con un nuevo récord histórico de homicidios dolosos.
Sin embargo, aún hay quienes creen que Morena es “la esperanza de México” cuando ya demostró, y por mucho, ser la decepción. Debemos aprender, pues, de la experiencia propia y ajena; principalmente los pueblos organizados que han alcanzado una nueva sociedad, como Huitzilan de Serdán en la Sierra Nororiental o Tecomatlán en la Mixteca Baja, en el estado de Puebla. Ellos saben bien lo que cuesta transformar su entorno por uno más justo donde sus hijos puedan acceder a la educación, a la salud, al deporte y cultura.
¿A qué podían aspirar los niños huitziltecos hace 40 años? ¿Cuál era el futuro de los tecomatecos hace más de cinco décadas? Ahora, esos municipios son grandes semilleros de importantes atletas, de grandes artistas, de oradores, profesionistas y luchadores sociales que siguen el camino de organizar y politizar al pueblo para que se sumen a la lucha de transformar esta sociedad por una mejor en favor de sus hermanos de clase.
¿A qué aspiran los que creen en Morena? La lucha del pueblo a debe librar el pueblo mismo, no hay mesías que valga si se quiere lograr una verdadera transformación de raíz de nuestra realidad, pues para ello se requiere a la masa consiente actuando de forma concreta para lograrlo. No vale la pena vender la conciencia por unos miles de pesos mensuales, aprendamos, también, de la experiencia ajena.