El comercio informal en Puebla ha sido tema recurrente por los agravios en contra de aquellos que se dedican a él, principalmente en la capital poblana, donde si bien no se ha cerrado de manera definitiva en la 10 un “chiflido”es la alerta para un rápido desalojo ante la incertidumbre de las acciones gubernamentales que, en ocasiones anteriores, los despojan de su mercancía sin miramientos.
A pesar de la construcción de espacios, que muchas veces se quedan como elefantes blancos por la poca estrategia de apoyo y visión por parte de las autoridades, los comerciantes siguen buscando las calles principales como sus espacios de trabajo porque es donde hay un mayor flujo de personas.
Puebla, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cuenta con el 67 por ciento de empleo informal, mientras que en el país se reporta un 57.7 por ciento. Esto, por supuesto, ha incrementado con la pandemia pues ésta exigió que muchas personas salieran a la calle a buscar qué comer y cómo mantener a sus familias.
Por otra parte, en el primer trimestre de este año, dos mil 658 personas cerraron o abandonaron un negocio propio, esto sumó a que en el estado existan 66 mil 166 personas sin empleo. Con los números en rojo y con la escandalosa actitud de las autoridades valdría la pena que se preguntaran si es el camino correcto para este conflicto de intereses.