Por Montserrat Nicolás
“Los débiles no luchan.
Los más fuertes quizás luchan una hora.
Los que son aún más fuertes, luchan unos años.
Pero los más fuertes de todos luchan toda su vida.
Estos son los indispensables.”
-Bertolt Bretch
El 22 de abril hace 153 años, nace en Simbirks uno de los revolucionarios más importantes que ha existido en el mundo. Líder y guía de la construcción de la Unión Soviética, cuyos logros aún dan esperanza sobre la posibilidad de una sociedad más justa a los pueblos del mundo.
Vladimir Ilich Ulianov de pequeño fue un niño muy curioso, aventurero e inquieto. Le gustaba jugar siempre al aire libre, practicaba natación, patinaje, criquet, caminata, y gracias a su padre y a su hermano Alejandro adquirió el gusto por el ajedrez.
El 1 de septiembre de 1879 ingresa en el liceo de Simbirks, en el que muy pronto se vuelve un alumno destacado, aprendía rápidamente el contenido de las asignaturas, entendía sin problema las explicaciones de sus profesores, y al volver a casa realizaba sus deberes lo más rápido posible para regresar a jugar. Sus mayores lo consideraban un niño brillante y superdotado.
En 1885 pierde a su padre a causa de una hemorragia cerebral, tuvo que acompañar a su madre en el duelo y ser fuerte por ambos, ya que sus hermanos Alejandro y Ana se encontraban en San Petersburgo cursando la Universidad; fue aquí donde Alejandro tuvo su primer acercamiento al marxismo a través del partido Voluntad del Pueblo. El intento de replicar el asesinato del zar Alejandro II con su sucesor ocasionó que él y sus compañeros fueran detenidos y posteriormente condenados a muerte.
Universidad de Kazán y no a la de San Petersburgo como sus hermanos. A pesar de eso, la coyuntura por la que atravesaba Rusia hizo que el espíritu revolucionario se esparciera entre la juventud universitaria. A la edad de 17 años ya se había ganado la simpatía de sus compañeros y se había impuesto como dirigente al guiar un mitin el 4 de diciembre de 1887, que posteriormente ocasionaría que fuese expulsado. Aún así se dedicó a estudiar leyes por su cuenta y posteriormente presentó los exámenes correspondientes para titularse como abogado; a la par se inscribió en la escuela de Marx.
En 1895 es detenido y exiliado a Siberia por 5 años, después a Suiza, Finlandia, Francia, Ginebra y posteriormente Paris. Estos periodos de exilio le permitieron desarrollar aportaciones a la teoría de Marx y Engels sobre el imperialismo y aquella que posteriormente guiaría el movimiento que transformó a la Rusia zarista en la URSS.
Hasta el día de hoy la tarea sigue vigente, si queremos tener otro tipo de educación necesitamos una sociedad nueva, una más justa, una en la que ningún niño o adolescente tenga que tener que decidir si ir a la escuela o ir a trabajar para ayudar a llevar el pan a casa, una realidad en la que la violencia y la inseguridad no estén a la vuelta de la esquina, un mundo en el que la educación de calidad deje de ser un privilegio y que cualquiera pueda tener acceso a ella en todos sus niveles y desarrollar al máximo sus capacidades.
Y para que eso deje de ser una simple utopía debemos seguir el ejemplo de Lenin, en primer lugar, ser buenos estudiantes para asimilar de manera crítica todos los conocimientos que podamos adquirir, así como comprender la teoría cabalmente para posteriormente desarrollar la práctica; y en segundo lugar comprometernos a ser revolucionarios de toda la vida, no olvidar ni un momento que la causa por la cual luchamos todos los días es digna de ser defendida.
Como dijo alguna vez Roque Dalton: para la juventud de mi patria quiero la esperanza de Lenin.