De acuerdo con el informe de la Defensoría del Pueblo que analiza los tres meses del mandato de Dina Boluarte: “En ese tiempo hemos tenido 1,327 protestas. Eso es más o menos lo que Perú acumula en todo un año. De esas, 153 han sido hechos de violencia, poco más del 10%… Las protestas se han ido expandiendo, no solo en el sur andino. Hay manifestaciones cívicas, simbólicas… Con Boluarte Perú está caminando por un camino muy peligroso…”
Aunque algunos medios de la derecha peruana coincidían en afirmar que el mal estado del tiempo impediría o si acaso debilitaría las manifestaciones contra la presidenta, Dina Boluarte, a 100 días de haber asumido su espurio mandato, estas han proseguido en numerosas regiones del país, e incluso la etnia indígena aimara se declaró en estado de huelga indefinida.
Algunas de las razones que han incentivado las causas de las protestas consisten en que la política de la presidenta ha causado 66 muertes, entre ellos recién nacidos, menores de edad, así como hombres y mujeres que no participaban en las protestas, además de atentados a periodistas que cubrían las marchas y soldados que recibieron la orden de sus superiores de entrar a un río crecido, a pesar de que no sabían nadar.
El Ministerio de Defensa en su afán por evitar que se conociera le verdad sobre la muerte de seis jóvenes soldados que se ahogaron en el río Llave, aseguró que un contingente militar había tratado de escapar del ataque de una muchedumbre de indígenas aimaras que les lanzaban piedras.
Las víctimas son Franz Canosa Cahuana, Álex Quispe Serrano, Elvis Parí Quiso, Elías Lupicia Inquilla, Perry Alex Castillo Pongo y Carlos Quispe Monta lico. Tenían entre 18 y 20 años, y todos eran aimaras.
Sin embargo, el periodista Liubomir Fernández, del diario conservador La República, quien se encontraba en el lugar en ese momento, desmintió de inmediato a las autoridades, y advirtió que no hubo ningún ataque ni persecución, además de tener la versión de uno de los soldados:
“El capitán dijo: “¡Perros, vamos a cruzar el río, ¿o se harán los pobrecitos?”. Muchos habían dicho que no sabían nadar (…). Aun así, teníamos que cruzar. Estábamos con nuestra mochila, así. Con el peso, y todo, creo que a mí también se me ha hecho difícil llegar a la orilla. El peso de la mochila, el armamento”, dijo al precisar las condiciones en las que los forzaron a cruzar el río.
“Estábamos cruzando agarrándonos, pero nos hemos soltado por completo porque cada uno quería nadar. Cada uno quería salir por sí mismo. Ya no podíamos ayudarnos. Ahí nos hemos comenzado a desesperar. Nos hemos desesperado y todos nos hemos soltado», agregó.
El periodista Liubomir Fernández, además de denunciar que se hizo un video para falsear la verdad, reafirmó que fue “una decisión unilateral la que los llevó a ingresar al río. Nada los presionó. No tenían a nadie en frente que los atacara de manera directa. Eso es lo que vimos, algo completamente diferente al comunicado del Ministerio de Defensa”.
Los comuneros bajaron de los cerros corriendo solo cuando vieron que varios soldados luchaban por salir del agua. En ese momento todos se dedicaron a prestar auxilio.
Los rescatados se identificaron como aimaras y, tras revelar la comunidad a la que pertenecían, les dieron todos los auxilios. Después de reanimarlos, les contaron a sus paisanos que su jefe superior les ordenó cruzar el río con el propósito de cortar camino para llegar más rápido al cuartel Pachacútec.
Lo cierto es que Dina Baluarte, apoyada públicamente por la Embajada de Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA), ha sido conflictiva desde el inicio de su mandato. Cuando asumió el cargo, aseguró que se quedaría hasta el 2026. Esta seguridad acrecentó el desencanto de la mayoría de las regiones de Perú, las cuales exigen su renuncia desde el día uno de su asunción a la presidencia.
A ello se agrega que el Congreso, con un grupo que es mayoritario, y el resto de los diputados que no se hacen sentir, ha rechazado cinco veces el pedido de elecciones adelantada, para no perder privilegios y por ser representantes de partidos insignificantes que desaparecerán en nuevos comicios, se han convertido en cómplices de una presidenta que reprime a quienes se manifiestan contra su gobierno.
El gobierno de Boluarte instrumenta una política de desgaste contra las protestas para evitar así la asunción de un mandato popular peligroso para los intereses de las élites peruanas.