El deber de un gobernador es crear lazos y estrategias con los mandatarios municipales de su estado, sean o no sus amigos, su deber es establecer un trabajo conjunto por el bienestar de su pueblo.
Dicho esto, no debería asombrar que el gobernador de Puebla, el morenista Miguel Barbosa, se haya reunido y haya ofrecido trabajo coordinado al virtual ganador de la alcaldía poblana, el panista Eduardo Rivera Pérez.
Y así debe ser. Por obligación y porque, vaya, es la capital del estado, justo desde donde Barbosa gobierna Puebla. Entonces, ¿por qué el revuelo?
No sería extraño este hecho si no fuera porque, desde el primer año de la actual presidenta de Puebla, aún con días de licencia, Claudia Rivera, Barbosa se ha empeñado en todo lo contrario. ¡Nada de coordinación, ni trabajo conjunto, ni apoyo! Es harto conocida la pelea que mantienen Barbosa y Vivanco por la forma de gobierno en la capital.
A tanto llegó su pelea que hasta los Tribunales tuvieron su intervención. Era por todos sabido que Barbosa nunca apoyó a Claudia en su afán de reelección, pues quería la capital para alguien más que, aunque pugnó e impugnó, se quedó en el intento.
El choque de puños con Rivera Pérez, pues, es una forma más de dar otro golpe a la ya muy apaleada Claudia Rivera.
Ni porque es su compañera de partido tuvo consideración con su pérdida. ¡Hasta le alegró!
Es una forma de decirle: “Qué bueno que ya te vas; qué bien que no ganaste”.
No es nada inocente esta conferencia; al tiempo veremos los efectos de la misma.