Todo el mundo lo sabe pero los grandes medios no quieren decirlo. El gobierno de Kiev está perdiendo la guerra frente a Rusia. Las fuerzas rusas avanzan sin apuro y van instalando a la vez las defensas de las regiones que, por vía de referéndum, decidieron ser parte de Rusia.
En el campo de batalla se enfrentan, de un lado, el gobierno de Kiev, que se niega a aplicar los Acuerdos de Minsk después de haberlos firmado, y Rusia, que busca concretar la aplicación de la resolucion 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU, que dio su aval a dichos Acuerdos.
De un lado tenemos a un Estado (Ucrania) que rechaza el Derecho Internacional, pero que tiene el apoyo de las potencias occidentales. Del otro lado, vemos a un Estado que rechaza las “reglas” de Occidente y que cuenta con el respaldo de China y de Turquía.
Mientras que la OTAN no sólo está perdiendo la guerra, también está resquebrajándose. Por ejemplo, Turquía, país que sigue siendo miembro de la OTAN, apoya a Rusia y le aporta piezas de repuesto para su industria militar. Ya va precisándose el futuro de Ucrania.
El presidente Volodimir Zelenski, electo porque prometía aplicar los Acuerdos de Minsk, se puso del lado de los fanáticos fascistas herederos de los peores criminales del siglo XX, por razones de carácter financiero.
La publicación de los Paradise Papers reveló que Zelenski dispone de cuentas ocultas en paraísos fiscales y que además tiene propiedades en Inglaterra e Italia. Pero el hecho es que Volodimir Zelenski ni siquiera suele codearse con sus nacionalistas integristas, entre otras cosas porque es un cobarde. Al principio de la guerra se encerró durante semanas en un búnker, probablemente fuera de Kiev. Y sólo salió de su refugio de alta seguridad luego de que el primer ministro israelí, Nafatali Bennett, le asegurara que el presidente ruso Vladimir Putin le había prometido que no tenía intenciones de matarlo. Desde que le dieron esa garantía, Zelenski se dedica a hacerse el valiente, por videoconferencia, en todas las reuniones políticas e incluso en los festivales artísticos que se organizan en Occidente.
Turquía, aliada de las potencias occidentales en el seno de la OTAN, apoya a Rusia no sólo porque el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha sufrido los intentos de asesinato organizados por la CIA estadounidense.
Después de la victoria de Turquía frente a Armenia; creó la “Organización de Estados Turcos”, cuyos miembros son Kazajastán, Kirguistán, la propia Turquía y Uzbekistán, con Hungría y Turkmenistán como observadores, por lo que, necesita del apoyo de Rusia y China.
Actualmente, según el Wall Street Journal, 15 firmas turcas revenden 18,5 millones de dólares en material adquirido en Estados Unidos a una decena de empresas rusas incluidas en las medidas coercitivas unilaterales estadounidenses –las disposiciones ilegales que la propaganda atlantista presenta como “sanciones”.
El subsecretario encargado del terrorismo y de la inteligencia financiera en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Brian Nelson, viajó inútilmente a Ankara con la esperanza de lograr que Turquía se plegara a las “reglas” de Occidente. Pero Ankara sigue apoyando en secreto la industria militar rusa.
Cuando el emisario estadounidense afirmó en Ankara que Turquía iba “por mal camino” porque se ponía del lado de la “vencida” Rusia, sus interlocutores turcos le pusieron delante las cifras de la guerra en Ucrania, dadas a conocer por el Mosad israelí y publicadas por Hurseda Haber .
En el terreno, la correlación de fuerzas es de 1 contra 8, favorable a Rusia. El Mosad estima que los militares rusos cuentan 18 mil 480 muertos… frente 157 mil muertos de los ucranianos.
En este momento, Turquía tiene paralizada la admisión de Suecia como miembro de la OTAN. De esa manera también bloquea la admisión de Finlandia, incluida en el mismo expediente. Si aceptamos como ciertas las informaciones del Wall Street Journal, eso no sucede por casualidad. Ankara había logrado que esos dos países se comprometieran a aceptar sus pedidos de extradición contra los jefes del PKK y del movimiento del predicador Fethullah Gulen, quien es agente de la CIA y vive en estados unidos; pero el compromiso de detención y extradición no ha sido cumplido
Hoy Turquía respalda a Rusia y también a China. A Rusia le proporciona piezas de repuesto para su industria militar, enviándole incluso material de fabricación estadounidense. Pero, mientras que Croacia y Hungría, otros dos miembros de la OTAN, no vacilan en señalar públicamente que el respaldo de la alianza atlántica a Ucrania es una gran estupidez, Turquía finge ser plenamente atlantista.
Por cierto, el terremoto que acaba enlutar Turquía y Siria no tiene las características que se han observado siempre en el mundo entero. El hecho que una decena de embajadores de países occidentales abandonaron Ankara en los 5 días anteriores al sismo, mientras que sus gobiernos aconsejaban a sus ciudadanos no viajar a Turquía, parece indicar que en sus capitales se sabía lo que iba a suceder.
Estados Unidos, que dispone de medios técnicos capaces de provocar temblores de tierra, se había comprometido en 1976 a no utilizarlos nunca. Pero, en Bucarest, la senadora rumana Diana Ivanovici Sosoaca acaba de afirmar que Estados Unidos provocó el terremoto en Turquía y Siria en violación de la “Convención sobre la Prohibición de utilizar técnicas de modificación del medioambiente con fines militares o con cualquier otros fines hostiles”. El presidente Erdogan ya solicitó a sus servicios de inteligencia (MIT) estudiar esa posibilidad, que actualmente parece sólo una hipótesis. En caso de respuesta positiva, habría que reconocer que Washington, consciente de que ya no es la primera potencia económica mundial ni la primera potencia militar, ha optado por destruir a sus “aliados” antes de que concluya su propia agonía. En todo caso, a pesar de las noticias triunfalistas que inundan el mundo occidental, lo que sucede en el terreno es que Ucrania está perdiendo la guerra, mientras que al menos 3 países miembros de la OTAN cuestionan –desde adentro– el rumbo de ese bloque militar.