Por Leticia Montagner
De acuerdo al diario estadunidense The Washington Post, investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York descubrieron que las personas que tienen niveles más altos de ciertos ácidos en la piel son 100 veces más atractivas para la hembra Aedes aegypti, el tipo de mosquito responsable de propagar enfermedades como el dengue, el chikungunya, la fiebre amarilla y el zika.
Los hallazgos, publicados en la revista Cell, podrían conducir a nuevos productos que podrían enmascarar o alterar ciertos olores humanos, dificultando que los mosquitos encuentren sangre humana y potencialmente frenando la propagación de enfermedades.
Las enfermedades transmitidas por mosquitos afectan a unos 700 millones de personas al año y los expertos esperan que esa cifra aumente a medida que aumentan las temperaturas globales, dijo Jeff Riffell, Profesor de la Universidad de Washington y experto en mosquitos. Se sabe que ese tipo de mosquitos viven en climas tropicales o subtropicales.
Con solo respirar, les estamos transmitiendo que estamos allí, indicó Leslie Vosshall, Directora del Instituto Médico Howard Hughes e Investigadora principal del nuevo estudio. Los mosquitos hembra están diseñados para picar en busca de sangre porque sin ella no tendrán suficiente proteína para reproducirse.
Piense en ello como un gran batido de proteínas, aseguró Vosshall, pues es una forma de que, en el transcurso de un minuto, ingieran el equivalente a 150 libras de comida y luego las usen para producir huevos.
Los científicos ya sabían que estos insectos tienen preferencia por algunos humanos sobre otros, pero la razón no se entiende completamente.
Los expertos han descubierto que las personas parecen volverse más atractivas para los mosquitos cuando están embarazadas o después de haber bebido algunas cervezas, lo que ha llevado a una mayor investigación sobre si pueden sentirse atraídos por ciertos olores.
Vosshall, cuyo laboratorio se encuentra en la Universidad Rockefeller, averiguó por qué algunas personas parecen oler mejor que otras a un mosquito A. aegypti.
Afortunadamente, nadie tuvo que sentarse en una habitación llena de pequeños insectos para realizar este experimento. En cambio, los investigadores recogieron el olor natural de la piel de las personas haciéndoles usar medias de nailon en los brazos. Cortaron las medias en pedazos de dos pulgadas y colocaron dos pedazos de la tela detrás de dos trampas separadas en una caja de plástico transparente donde volaban docenas de mosquitos.
Luego, los investigadores abrieron las trampas y los insectos optaron por volar al cebo, las medias, detrás de la primera o la segunda puerta.
Vosshall agregó que los investigadores llevaron a cabo un torneo de estilo de todos contra todos y contaron cada vez que un insecto fue atraído a una muestra en particular, como los puntos en un juego de baloncesto. Una de las muestras, descrita como del ‘sujeto 33’, surgió como una de las favoritas de los insectos.
El estudio encontró que las personas como el ‘sujeto 33’, que tienen niveles más altos de compuestos llamados ácidos carboxílicos en la piel, tienen más probabilidades de ser imanes de mosquitos, pues son increíblemente sensibles al olor humano y el perfume o la colonia no pueden taparlo. El experimento se llevó a cabo en el transcurso de tres años.
Vosshall dijo que el futuro radica en descubrir cómo manipular los olores que se originan en la piel y potencialmente las bacterias que viven allí. Los científicos, por ejemplo, pueden desarrollar una crema probiótica para la piel que interfiera o reduzca los niveles de ciertos subproductos, lo que podría hacer que una persona sea menos atractiva para los mosquitos.
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