Ubicada en el número 906 de la calle 22 Poniente, en el mítico Barrio de El Tamborcito, se encuentra una vecindad habitada por 30 familias, en condiciones de riesgo constante, ante el inminente colapso de techos y paredes, derriudos por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento.
Aunque los vecinos han realizado gestiones en los gobiernos estatal y municipal, para la adquisición de material de construcción, las autoridades se han limitado a visitar el lugar y extender recomendaciones a familias pobres, dedicadas al comercio ambulante y sin recursos económicos suficientes para reparar sus viviendas.
La venta de elotes, pan casero, frituras y el reciclaje de basura en las calles del Centro Histórico, es la única fuente de ingresos de personas provenientes de comunidades indígenas de Puebla y Oaxaca, que habitan la vecindad desde hace décadas y que buscan la ocupación legal del predio, mediante un juicio de usucapión.
Las viviendas, conformadas en su mayoría por dos piezas, con poca ventilación y mucha humedad, son habitadas por familias que van de los cuatro a seis integrantes, que duermen bajo paredes y techos endebles que, en algunos casos, han sustituido con lámina galvanizada.
En el costado derecho de la vecindad, yacen hileras de ladrillos, apilados por los vecinos, tras el desplome de al menos ocho viviendas durante el sismo del 19 de septiembre de 2017. De las familias que ahí habitaban, no se sabe nada, a dónde fueron y si recibieron algún beneficio gubernamental.
Aquí, la realidad de los ciudadanos que habitan el Centro Histórico de Puebla, detrás de las fachadas remozadas, de edificios colonias a punto del desplome.