Este domingo, miles de personas venidas de todos los puntos de la República, acompañaron la marcha de celebración del cuarto año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La movilización tuvo como propósito la defensa de la imagen presidencial, de su partido, de los gobernadores y de la burocracia surgida de la elección del 2018, frente a la convocatoria lograda por organizaciones y partidos el 13 de noviembre, en contra de la desaparición del Instituto Nacional Electoral.
La marcha con AMLO fue criticada desde su origen por el uso de recursos públicos, en el traslado de simpatizantes, trabajadores del Estado y beneficiarios de programas sociales. Por eso, este domingo, además de la gente, las pancartas y las porras, las imágenes que prevalecieron fueron los autobuses.
Desde los que se contrataron en Puebla para el traslado de personas a la Ciudad de México, durante las primeras horas del domingo, hasta las camionetas tipo van que esperaban a las personas que salían del Zócalo capitalino, antes de que finalizara el discurso de López Obrador.
Camiones a un costado de Palacio Nacional, donde también se colocaron carpas y lonas para que pernoctaran los simpatizantes del presidente. Camiones estacionados en pleno Paseo de la Reforma, en una ciudad que hace dos semanas dictaba contingencia ambiental, por una elevada contaminación del aire.
Camiones a un lado del presidente López Obrador, en el fondo de la toma televisiva que emitió el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales, que dispuso de recursos públicos para transmitir en vivo, con varias cámaras y drones, un acto político-partidista.
Y a pesar de los miles de personas movilizadas, la marcha con AMLO no consiguió imágenes contundentes, con un Paseo de la Reforma repleto, de color guinda, como ocurrió en la marcha en defensa del INE.
El trayecto estuvo marcado por los huecos, por los espacios vacíos, por el desorden de los contingentes, que tampoco llenaron el Zócalo, donde la gente iba y venía, sin prestar mucha atención al discurso presidencial, que presumió de una nueva teoría política: «El humanismo mexicano».
