La visita de Mario Delgado a Puebla, pensada para dar una imagen de unidad y de fuerza a los candidatos de cara al 6 de junio, fue un rotundo espectáculo.
Si falló o cumplió su cometido, aún no lo sabemos con precisión. Lo que sí no se puede dudar es que su visita sacó a relucir la faz más negada de Morena, pero de la que todos hablan: su fragilidad interna.
En una esquina, los inconformes con la ‘imposición’ de las candidaturas, en especial la de Claudia Rivera sobre Biestro Medinilla; del otro, los candidatos leales a la dirigencia de Garmendia y Delgado y, por ello mismo, candidatos.
De traidor, no bajaron a Mario Delgado. Este, parecía no oírlos. E, irónicamente por las circunstancias, presumía la gran unidad del partido del presidente.
Y auguró la victoria. De Claudia y de todos los candidatos ahí presentes, aún cuando la mitad de ellos pedía la cabeza de Rivera Vivanco.
Aún no sabemos de cuál unidad hablaba Mario Delgado.