Fue el gran día de Eduardo Rivera; la crema y nata de la política poblana se reunió con él en el Centro de Convenciones para escuchar el recuento de sus triunfos y avances en este primer año de administración.
Para suerte y desgracia del panista, Miguel Barbosa estuvo con él, en primera fila; incluso, dirigió un mensaje a la ciudadanía, pero, en concreto, al edil.
“Nunca he descolgado el teléfono para hacerle una recomendación, jamás, menos para amenazarlo, como sí fue objeto de ello en su anterior gestión, lo digo claramente y con mucho respeto”, dijo de inicio el gobernador, en referencia al hostigamiento que sufrió el panista con el exgobernador Rafael Moreno Valle.
Este reconocimiento puede verse, para muchos, como una amenaza. “No te he reprimido, pero lo puedo hacer”.
Continuó: “Está cambiando el rumbo del destino de Puebla, pero de la ciudad, porque del Estado, lo estoy haciendo yo”. Lease: “Lo que hace, lo hace porque yo así lo quiero”.
Barbosa aclaró que si “le tocaba hablar bien” del gobierno de Rivera era solamente porque se trataba del informe del edil. Es decir, casi que le hacía un favor.
Y es de esto, pues, de lo que hablan hoy todos. De Barbosa en el informe de Lalo. ¿Los logros de Lalo? Esos no interesan. ¿Hay, acaso?
Aunque Eduardo Rivera no quiso irse en blanco. Auguró: “A quienes me preguntan acerca del futuro, les digo que los tiempos y circunstancias cambian constantemente y las luchas también, y los políticos debemos estar preparados para afrontar las batallas que vengan. Dios y el tiempo abrirán el camino y ustedes los ciudadanos tendrán la última palabra”. Qué bueno que tiene fe.