Karen Santos
El Instituto de Artes Mácuil Xóchitl (IAMX) ha instruido a 19 generaciones de licenciados en danza folklórica mexicana y a 15 de licenciados en expresión artística, quienes han regresado a sus pueblos y comunidades de origen con la misión específica de enseñar y divulgar estas actividades artísticas.
El IAMX o La Mácuil, como lo llaman sus alumnos y profesores, es una de las mejores opciones para estudiar estas licenciaturas en Puebla; además imparte varios diplomados y ofrece la posibilidad de estudiar en la modalidad escolarizada o semiescolarizada. Así ha formado a cientos de artistas.
La Mácuil se fundó en 1985, su licenciatura en danza folklórica mexicana obtuvo el reconocimiento oficial en 1999 y la de expresión artística en 2002. Un grupo de maestros trabajó con una veintena de jóvenes que posteriormente se convirtieron en profesores. A casi 23 años de su nacimiento se ha consolidado como una institución de alta calidad en México.
A decir de su directora, Karina Rivera Huerta, La Mácuil no solo “ha hecho una labor enorme de rescate, difusión y fomento de la cultura y las artes, sino también de formación de profesionistas que logran acercar a las personas más humildes al arte”.
La filosofía del instituto consiste en proporcionar a los alumnos competencias, saberes y lenguajes más allá del proceso cognitivo; ya que a través de las obras artísticas favorece la formación de individuos críticos y conscientes de su entorno sociohistórico, político, económico y cultural.
Es decir, La Mácuil busca coadyuvar a la formación de artistas, docentes, gestores y personas “que a través del arte logren humanizar y sensibilizar a la sociedad”.
“Seguramente muchos dudaron, y algunos aún lo hacen, sobre los beneficios de estudiar una licenciatura en artes, lo cual es comprensible, pues en México el arte que educa es mal pagado, ya que el no haber recurso para el mismo, provoca su mala valoración”, reveló Rivera Huerta.
“Los artistas que formamos no olvidan que pueden educar y hacer mejores personas en esta sociedad tan corrompida. Además, recae en ellos el que se revalore el arte, que se le invierta más en el arte. Los alumnos salen con ese deseo: regresar el arte al pueblo y que sirva para su liberación”.
La institución se convirtió en una opción de acceso a las bellas artes, incluso nacionalmente, sobre todo para los jóvenes de extracción humilde y bajos recursos económicos, ya que oferta becas del 25 y hasta del 50 por ciento en las colegiaturas, cuyo costo es por sí mismo accesible.
“Queremos que el dinero no sea una limitante al momento de decidir estudiar artes. Aquí contamos con becas y varios servicios, como un albergue estudiantil para los jóvenes que vienen de otros estados y a los que una renta les sería muy pesada”, explicó.
“Queremos –agregó– formar profesionistas que fomenten el arte y que sean investigadores. Es una tarea muy difícil, pero estamos tratando de hacerla. Lo que nosotros esperamos es que los egresados vayan y enseñen al pueblo lo que saben hacer. Formamos hombres que el día de mañana tengan armas para transformar al pueblo con cultura”.
La cultura, vía para el desarrollo
Sandra Paola Molina Huerta es una de las egresadas de la generación 2017-2022. Estudió la licenciatura en Danza Folklórica mexicana en la modalidad semiescolarizada. Originaria del municipio de San Rafael, en el estado de Veracruz, la joven optó por el camino de las artes, como una forma de ayudar a su comunidad. La Mácuil le dio las herramientas necesarias para rescatar la cultura de su pueblo.
Ahora Sandra trabaja en un proyecto de tesis titulado Rescate de bailes de tarima en La Puntilla y Paso de Telaya del municipio de San Rafael. Reconoce que, si no hubiera estudiado en el IAMX, este objetivo no habría sido posible.
“San Rafael fue un municipio poblado por migrantes, en su mayoría de Europa: franceses, italianos, aunque también de la cultura afromexicana. Sin dejar de lado a la gente del centro y el sur de Veracruz, así se nutrió de una fusión de culturas y, de repente, como un pestañeo, se acabó. Por eso nos dedicamos, con mucho apoyo del cronista de la ciudad, Carlos Alberto Fernández Callejas, a rescatar, a través del archivo histórico, esta mencionada parte, los bailes de tarima que existen en el municipio”, contó a buzos.
En este contexto afirmó que en San Rafael hay dos cuerpos de agua: que en uno de ellos se bailaba el son de huapango y en el otro el son del fandango. De la fusión o mezcla entre estos bailes, surgió el mosaico sanrafaelense, aunque se conservan algunas de las características del fandango y el huapango.
“A mí me entristecía mucho que no tenemos cultura propia. San Rafael en sí no tenía nada, pero platicando encontramos esto; y para mí es muy importante darlo a conocer porque es mi pueblo, es mi gente, y yo quiero que ellos tengan un legado cultural. Sin La Mácuil yo no hubiera tenido esta idea. Desde el principio que comenzamos la licencatura, nos dieron las armas para ir articulando este proyecto y es muy satisfactorio tener claro que todos los maestros están tan preparados para llevarte de la mano a llevar a cabo tus proyectos”, puntualizó.
“En La Mácuil –explica– puedo decir que he tenido las experiencias más satisfactorias. Ha sido muy positivo estar aquí. He encontrado amigos, hemos llorado juntos, hemos tenido muchas experiencias; los maestros son una belleza, derraman muchos valores, muchas aptitudes muy buenas; te acompañan, te asesoran, aún cuando no te estén dando clases. Por ejemplo, yo que estoy con la tesis, mi asesora nunca me dejó quedarme atrás. Hoy soy lo que soy en parte por La Mácuil”.
Otro estudiante, que también acaba de graduarse, coincide en la importancia que para él tuvo la carga curricular del instituto: “Nos apoya a que nos empecemos a formar como docentes, formando cuadros artísticos o siendo capaces de poder ejercer alguna o, si es posible, todas las disciplinas artísticas existentes. Es una fortuna que una institución así de completa nos pueda ayudar en todas las ramas del arte”, comenta a buzos Erick Vargas.
“La institución nos da las bases de todo para que nosotros empecemos a crear, a innovar y a experimentar tanto con nuestro cuerpo artístico como en la docencia con nuestros próximos cuadros artísticos”, indica el joven bailarín.
Erick Vargas afirma que está ansioso por “salir a ejercer mi carrera y, de la misma manera, seguir trabajando en mi educación para tener actualizaciones pedagógicas y artísticas. Ése es el espíritu y las ganas que te da La Mácuil”.
Pero no solo en el ámbito académico, sino en el de la investigación del IAMX, se muestra su labor, ya que muchos de sus egresados han decidido entregar su vida a la enseñanza y difusión del arte en comunidades marginadas que, por sus condiciones socioeconómicas, tienen muy pocas posibilidades de aprender y practicar las artes.
Pablo Fernández López es uno de los recién egresados de La Mácuil. Aunque es originario de la capital poblana, su amor por el arte lo llevó a radicar actualmente en la frontera. Los conocimientos adquiridos durante su formación le permitieron ser ahora docente de artes en la Escuela Secundaria No. 214 Profesor Luis Córdova Reyes, de Tijuana, Baja California.
En entrevista con buzos cuenta que fue durante su servicio social cuando observó cómo en las comunidades de la frontera tijuanense “tienen muchas cualidades artísticas; lamentablemente, las condiciones de pobreza en las que se encuentran no permiten explotarlas al 100 por ciento. Por eso decidí quedarme en esta zona, donde viven ellos y ser la semillita que después dé sus frutos con más gente que se acerque al arte”.
Para él, sus años de escuela lo ayudaron a entender mejor “cómo se constituye la sociedad y por lo tanto puedo implementar toda la información que absorbí durante estos años… todo el conocimiento que te proporciona la institución te ayuda a ser mejor persona y mejor ser humano. Las diferentes materias que se imparten hacen que seas una persona íntegra, participativa y más humana; y sea cual sea el lugar en que te encuentres, puedas resolver de manera creativa cualquier dificultad que siempre hay en el camino”.
Fernández López lamenta que la “cultura” que se vende a los jóvenes tiene “más apoyo que un baile hermoso, un espectáculo de baile folklórico, un buen bolero, una buena obra de teatro o una ópera”.
“Eso dice mucho de la cultura de una sociedad y, lamentablemente, todo esto define a México: el país donde no se apoya a las artes, incluso se reprime a los artistas. Por ejemplo, en Baja California, el folklor es elitista; no todos tienen acceso a disfrutar este bello arte si no tienes el recurso para hacerlo y eso es muy injusto”.
La pobreza limita el arte
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelan que, a raíz de la pandemia, el consumo cultural en México descendió de 43.2 por ciento en septiembre de 2020 al 17.3 por ciento en mayo de 2021; esta disminución tiene dos explicaciones: el cierre de establecimientos por las medidas sanitarias impuestas y la pobreza que creció en los últimos años y que es un impedimento para que se asista a ver o practicar arte.
De acuerdo con Edgar Vielma Orozco, director general de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, el crecimiento de la pobreza está indiscutiblemente ligado a la disminución del consumo cultural, debido a que en México, como en el resto del mundo, el arte es visto como negocio. La primera razón de los mexicanos para no acudir a un espectáculo es precisamente el alto costo que puede representar; la segunda es la concentración del arte en las capitales de las ciudades; es decir, no se lleva a los pueblos.
En un país donde la mayoría de los trabajadores gana dos salarios mínimos y destina más del 40 por ciento de sus ingresos a la alimentación y otro tanto al transporte diario, se vuelve casi imposible que pueda apreciar o practicar alguna disciplina artística.
En México, “el descanso cuesta”, refiere Vielma Orozco. El ocio y la recreación sana también. Y los mexicanos no pueden pagar el alimento del espíritu. A esta razón se atribuye que el consumo cultural vaya a la baja. Desde 2017, el Inegi mide el consumo cultural en el país, y éste muestra una tendencia a la baja: En el primer estudio se documentó que el 59 por ciento de las personas mayores de 18 años asistió a algún evento cultural; en 2018, el 58.1; en 2019, el 57.8; y en 2020, el 43.2 por ciento.
“El pueblo sufre todo. Además de trabajar para recibir una mínima parte de la riqueza que produce, está condenado a no participar, a no disfrutar ni saborear la belleza del arte, pues sus ingresos no alcanzan ni para satisfacer sus necesidades elementales. El pueblo, o come o disfruta del arte”, sentenció Jerónimo Gurrola, dirigente social en Querétaro, y quien acudió en representación del padrino de la generación 2017-2022, el diputado Brasil Acosta, a la clausura de cursos del Instituto de Artes Mácuil Xóchitl.
El dirigente del Movimiento Antorchista en Querétaro informó que hoy, más que nunca, México requiere hombres y mujeres bien preparados, sensibles, capaces de sentir el dolor de un pueblo que sufre hambre, miseria, falta de empleo, violencia, falta de servicios públicos y, en general, de una vida digna.
“La cultura oficial no tiene el propósito de mejorar al hombre, despertarlo, hacerlo que aspire a mejores niveles de vida, intelectuales y espirituales, sino tiene el propósito de hacerlos más sumisos, más receptivos, manipulados y serviles a los intereses que mandan en este país y en el mundo entero. Los jóvenes que egresan del instituto tienen el reto de llevarle no solo el arte y la cultura al pueblo, sino también su libertad.
“Toca a los jóvenes artistas sumarse a la tarea de llevar cultura al pueblo mexicano, de construir su unidad ideológica mediante el arte, sumarse a los esfuerzos de contribuir a la tarea de masificar el arte para evitar que sea, como hasta ahora, una cuestión elitista”.
