Han pasado 500 años, temblores y tormentas, pero los alfareros del Barrio de La Luz se niegan a desaparecer.
Sobre la avenida Juan de Palafox y Mendoza, entre la 14 y 16 Norte, el taller del maestro Ángel Cortés Campos es un ejemplo de resistencia.
El horno para la cocción del barro, construido por su familia hace 220 años, yace como recuerdo de la primera industria local, ahora en peligro de extinción.
“Los primeros hornos se instalaron en la calle 2 Oriente hace 750 años. Acá era la venta de toda la loza: el vidrio, barro, madera, herrería, carbonería, petróleo, todo iba en conjunto”, narró.
De los 15 familiares alfareros que le antecedieron, solamente un tío de Don Ángel sigue en el oficio, mientras que sus hijos rechazan el oficio “porque no deja dinero, ni siquiera para comer”.
Para el maestro alfarero, las acciones de los gobiernos municipal y estatal demuestran que intentan desaparecer al gremio.
Por ejemplo, la insistencia de Protección Civil por desalojar su casa-taller, dañada por los sismos de 2017 y las recientes tormentas atípicas.
“Pero les pides un favor, como dos bultos de cemento, y te piden algo a cambio. Al contrario, nos han querido eliminar”.
Aquí, la segunda parte de la entrevista con el maestro Ángel Cortés Campos.