Martín Antonio Escamilla Meza
La Nueva Escuela Mexicana es producto del Acuerdo Educativo Nacional, una iniciativa del Ejecutivo presentada en diciembre de 2018 que deroga la Reforma educativa del 2013. Y contempla los siguientes ejes fundamentales: Fomento de la identidad con México; responsabilidad ciudadana; la honestidad; participación en la transformación de la sociedad; respeto de la dignidad humana; promoción de la interculturalidad; respeto por la naturaleza y cuidado del medio ambiente. Una de sus conclusiones más importantes es la supuesta revaloración y reconocimiento de los docentes como agentes de transformación social.
Pero ¿qué es una una transformación social? Una transformación social verdadera es una revolución, pacífica o violenta, que tiene como meta esencial cambiar radicalmente la base económica de la sociedad, es decir, la forma en que se halla organizada para producir los bienes materiales y los servicios que necesita para vivir y la forma en que se reparten o distribuyen esos bienes, que es la riqueza social producto del proceso social del trabajo, entre las distintas clases sociales. Dado que la anterior estructura económica ya resulta caduca, ha entrado en crisis y es preciso transformarla. Para que esta meta esencial se pueda cumplir realmente, es preciso que las fuerzas revolucionarias, organizadas en un partido político conquisten el poder político, pero no poner al Estado caduco a su servicio, sino que tienen que destruirlo para, sobre sus ruinas, construir otro en su lugar, que responda a sus propias necesidades. Otra característica de una revolución auténtica es el cambio de una clase social en el poder. No se trata solo de cambio de partido o de personajes sino del cambio de una clase social vieja, decadente, por una nueva y revolucionaria clase social. Solo una revolución así tiende a revolucionar el modo de producción y, con él, todo, hasta el modelo educativo para ponerlo a tono con las actuales circunstancias.
Una transformación social es el resultado de la agudización de las contradicciones económicas de la sociedad; para que los trabajadores, incluyendo a los maestros y a los estudiantes, contribuyan a dicha transformación deben organizarse, construyendo su propio partido, y deben concientizarse, es decir, descubrir cómo funciona la sociedad que pretende transformar. Y para estudiar la sociedad, que es parte del universo, es preciso estudiar la filosofía que estudia las leyes de su funcionamiento, con el apoyo del desarrollo de la ciencia, hay que estudiar el materialismo dialéctico e histórico. Ahí se comprende cómo cada modo de producción determina su superestructura, su conciencia social; y cómo la educación, que viene siendo un compendio de las formas de la conciencia social, juega un papel muy importante ya sea para sostener al régimen o para contribuir a su transformación.
La educación en el capitalismo corresponde a ese modo de producción. Con el neoliberalismo (expresión brutal del capitalismo) implantado en México a partir de 1982, la educación perdió la importancia que tuvo en los gobiernos productos de la Revolución, dejando de ser un derecho fundamental y se convirtió en mercancía. El Estado abandonó su responsabilidad educativa, reduciendo el financiamiento y empobreciendo la calidad educativa, empujando a las familias a enviar a sus hijos a las escuelas privadas o a desertar, al grado de que, en nuestro país, de cada 100 alumnos que ingresan a primaria, solo 21 terminan la universidad. La UNESCO propone destinar al menos de cuatro a seis por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de cada país, o, mínimamente, entre 15 y 20 por ciento del gasto público. En México se destinó 3.1 por ciento del PIB para el 2022.
La Nueva Escuela Mexicana que según corresponde a un momento de transformación social, con Morena y López Obrador, de suyo nace incongruente con la realidad puesto que es falso que se esté llevando a cabo una revolución. Con el arribo de la 4T al poder no gobierna una nueva clase social, sino una serie de oportunistas, ignorantes, “bachichas” de los viejos partidos que perdieron el poder y algunos empresarios que aprovechan el momento para acrecentar sus riquezas. Tampoco vemos la transformación radical del Estado, ni cambio en la estructura económica de la sociedad. Como ha sostenido el ingeniero Aquiles Córdova Morán, el dirigente nacional del antorchismo, “la 4T quiere primero cambiar el modelo educativo y después averiguar para qué serán buenos los nuevos profesionales. De todo este sinsentido solo pueden surgir nuevos problemas económicos y más pobreza para el país”.
Para hacer de un docente un verdadero agente en la transformación social, necesita convertirse él mismo en revolucionario; necesita concientizarse, organizarse y luchar, primero, para defender sus derechos enmarcados en un proyecto educativo y mejorar sus condiciones educativas y luego para formar parte del partido de los pobres para tomar el poder político, instaurar como programa mínimo los cuatro ejes fundamentales de la organización: política fiscal progresiva, creación de empleos, salarios remuneradores, reorientación del gasto público y, como un programa a largo plazo, transformar la estructura económica de la sociedad por una estructura que haga de nuestra economía un gigante productivo, pero con distribución equitativa de la riqueza social. Al mismo tiempo, el maestro, independientemente de su cargo al interior de la comunidad escolar, debe permitir y aun alentar la organización, concientización y lucha de los estudiantes de secundaria para arriba, para que, junto con los maestros padres de familia y comunidad, luchemos por una educación crítica, científica, popular y democrática.