Diana Segovia
“El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”, Arthur Miller.
“El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”, Federico García Lorca.
Es el teatro una de las actividades culturales y artísticas más antiguas que conoce la humanidad. Esta forma de arte escénica ha sido cultivada a lo largo de la historia y se ha considerado como una herramienta para comunicar ideas masivamente. Es así que los antiguos griegos la emplearon como un instrumento de educación religiosa y ciudadana, poniendo en escena sus mitos y sus célebres tragedias.
Más tarde, durante el siglo XX, muchos otros vieron en el teatro un espacio en el cual podían someter al público a experiencias y reflexiones de distinta índole.
Ahora bien, es el teatro una forma de arte muy versátil, que combina el ejercicio intelectual con la representación de situaciones graciosas, conmovedoras, impactantes, sujetas a la realidad de los seres humanos.
Y asimismo, el teatro nunca podrá ser neutral, pues este arte lleva en cada diálogo y en cada acción las representaciones filosóficas del mundo que ha hecho el hombre a lo largo de su historia; poniéndolas a su vez de manera encarnada y tangible frente a los ojos de sus semejantes.
Por ello, las obras teatrales responden a las ideas de la persona que las escribe, pero a su vez, los autores de cada tragedia, comedia, romance, etc., que hay en el mundo, responden a las ideas de su época, al sentir de los hombres y mujeres de la sociedad históricamente determinada a la que pertenecieron.
Pues bien, regresemos un poco al inicio, hemos dicho que el teatro es una forma de comunicar ideas de manera masiva, es así que tomando en cuenta esta cuestión, el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) a través del Grupo Nacional de Teatro y de los Grupos Culturales ha hecho uso de esta herramienta artística con el fin único de educar al pueblo con las idea que exponen los grandes dramaturgos que han existido en la historia humana.
Es esta labor artística la que atrajo a las filas del antorchismo a un gran ser humano, se trata de Víctor Puebla conocido como “El Divo de Puebla”, quien en vida trabajó arduamente en impulsar la participación de los más humildes en el teatro.
Víctor simboliza para los antorchistas lo sensible, lo ingenioso, lo creativo, lo agradable, lo fresco, lo perspicaz, lo puntual, pero sobre todo lo congruente. Él era un hombre consecuente que trabajó incansable por defender sus ideales a través del arte; puso al servicio de su clase, todo el esplendor de su persona.
En vida, este genial hombre usó todos sus sentidos y todo a su alcance para dejarle a sus compañeros muchísimas obras de teatro que fueron, son y serán, espejo de la vida cotidiana de la sociedad históricamente determinada a la que él perteneció. Muchas de sus obras fueron escritas de su puño y letra y, otras, son adaptaciones de otros grandes dramaturgos.
Nuestro querido “Divo de Puebla” era sin duda una persona muy humana, que simpatizó con el antorchismo porque entendía la necesidad de que el pueblo conociera la verdad del mundo que le rodea. Él asimiló e hizo suya la necesidad que tiene Antorcha de despertar la conciencia de la clase trabajadora; hacerle ver que es explotada por otro grupo de personas que se han adueñado del mundo y que se han robado la riqueza de la sociedad, dejando que otros muchos mueran en la hambruna.
Víctor Puebla era consciente de que el capitalismo no tiene nada que ofrecerle al pueblo de México, ni a ningún pueblo proletario del mundo, que por el contrario, este sistema económico consume la energía, los años de vida y el cuerpo de los hombres y mujeres trabajadores a cambio de un mísero salario que no le da más que para reponer la energía gastada en el proceso de producción de la vida material de la sociedad y repetir el círculo vicioso de la extensa jornada de trabajo, mientras que los “dueños” (conocidos también como los capitalistas o burgueses) acaparan el fruto de todo ese trabajo ajeno.
En el capitalismo, cuya principal fuente de riqueza es la producción de mercancías, es el burgués o el capitalista, una mera figura parasitaria, de cuyo papel en la producción de bienes materiales podemos prescindir en las formaciones económico-sociales venideras.
En consecuencia, cada movimiento que hizo nuestro camarada Víctor, tuvo como principal objeto el hacerle ver a la gente que esa frasecita que dice que “el pobre es pobre porque quiere” es una mentira fabricada por una sociedad que enriquece a unos cuantos y que empobrece a la mayoría.
Cada carcajada y cada lágrima que “El Divo de Puebla” arrancó a su público representan un avance en la lucha por exponer la verdad, por llevar al pueblo las ideas libertarias, científicas y revolucionarias del Movimiento Antorchista Nacional.
Para recordar al gran Víctor Puebla le realizaremos un merecido homenaje: la compañía de teatro que lleva su nombre realizará los días 30 y 31 de julio el VI Festival de Teatro Víctor Puebla en tres foros distintos de la ciudad de Puebla. Están todos invitados.
Para nosotros, los antorchistas, el trabajo de Víctor no ha terminado, porque como diría el poeta “que ni es la nada el punto en que nacemos, ni el punto en que morimos es la nada” y mientras existan pobres en la tierra, nuestro camarada estará siempre presente, en cada lágrima y en cada carcajada.
