La narrativa del presidente Andrés Manuel López Obrador frente al clima de violencia en México es simplemente inverosímil. Al mandatario le hace falta reconocer la crudeza que hoy se vive en un país donde se asesina con una abierta impunidad.
El clima social se desborda en un clamor no sólo de justicia, sino de acciones contundentes de parte del Gobierno de México para hacer frente a una delincuencia organizada a la que se ha decidido hacer “intocable”, casi impune.
Los asesinatos de los dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua no sólo han sido las gotas que derramaron el vaso.
Las masacres, ejecuciones por el cobro de derecho de piso y muchas más acciones de violencia, están en el diario acontecer de un México donde los grupos de la delincuencia llegaron para quedarse.
La invisibilidad que el presidente pretende darle a las acciones de barbarie que hoy inundan a la sociedad mexicana, son una muestra de incompetencia y de la política errática que el gobierno de la cuarta transformación insiste en mantener de pie.
Escucha la columna de Ruby Soriano: