Martín Antonio Escamilla Meza
En el capitalismo, la fuerza de trabajo, es decir, el conjunto de fuerzas físicas y espirituales de que el hombre dispone y que utiliza en el proceso de producción de los bienes materiales, se convierte en una mercancía que, por ende, tiene valor de uso y valor. La capacidad de la fuerza de trabajo de crear plusvalía es el valor de uso específico de la mercancía fuerza de trabajo. El valor de la fuerza de trabajo se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, es decir, por la suma de los valores de los artículos de primera necesidad que se necesitan para que el obrero pueda desarrollarse y sostenerse, para producir su fuerza de trabajo y criar a los hijos, llamados a remplazarle a él en el mercado de trabajo. Además, es preciso dedicar otra suma de valores al perfeccionamiento de su fuerza de trabajo para a la adquisición de una cierta destreza laboral.
En el capitalismo lo que el obrero vende en forma temporal no es directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo, cediendo al capitalista el derecho a disponer de ella, a cambio de una paga o remuneración. El trabajo es el resultado de la labor de una persona, obteniéndose una mercancía. En cambio, la fuerza de trabajo es el esfuerzo aplicado en la tarea. Si contamos con una persona dedicada a la fabricación de calzado, la fuerza de trabajo son las habilidades y los conocimientos que ha dedicado a su labor, en un determinado tiempo. En cambio, el trabajo es el par de zapatos que llegan al mercado.
Además, el valor de la fuerza de trabajo es menor al valor de lo que produce, la mercancía. Así, la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor que crea el trabajador y que plasma en la mercancía, lo que Marx denomina como plusvalía, el trabajo no pagado al obrero, es la fuente principal de enriquecimiento de los capitalistas, dueños de los medios de producción.
De acuerdo con ello, teóricamente, el valor de la fuerza de trabajo está representado en el salario y éste debería corresponder, cuando menos, a las canastas básica alimentaria y no alimentaria que se establecen en varios países. En México, el salario mínimo es de 172.87 pesos diarios, es decir, 5,186.00 al mes. De los 56,079,123 trabajadores que forman la Población Económicamente Activa (PEA), 19,174,266 gana un salario mínimo; de uno a dos 18,327,341; y de dos a tres salarios mínimos 5,759,790. En otro estudio se dice que, en el primer trimestre de 2022, el salario real promedio de la población ocupada a nivel nacional fue de $6,611.78 al mes. Por otro lado, según datos del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) el precio aproximado de la canasta básica alimentaria más la no alimentaria para el sustento de una familia de 4 integrantes durante un mes, asciende a 16,098.42 pesos en la zona urbana y 11,464.48 en zona rural, muy lejos de lo que ganan la mayoría de los trabajadores, por lo que 50 millones de mexicanos viven en pobreza laboral, es decir, no les alcanza su ingreso para adquirir la canasta básica para alimentar a su familia. Y ya no digamos la canasta no alimentaria.
Por ello, en el país la desnutrición crónica en zonas urbanas es de 7.7% y en zonas rurales de 11.2% provocando anemia, bajada de las defensas, trastornos en el aprendizaje, pérdida de masa muscular y, por ende, muchas enfermedades y muerte. Por primera vez en mucho tiempo, la esperanza de vida en México se redujo en cuatro años, pasando de 75 años en 2019 a 71 años en 2021, mientras que el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es de 81 años. Y la pandemia no fue la única culpable de esta disminución, pues durante el gobierno de Morena se incrementó el rezago en materia de salud.
Sin embargo, existen países capitalistas cuyos salarios mínimos están muy lejos de los de nuestra patria. Veamos: 23,995 pesos al mes, 799 diarios es el salario mínimo en España; en Francia 34,159.93 mensuales, 1,138 al día; en Irlanda 37,825.20 pesos al mes, 1,260 diarios y Luxemburgo 48,096.67 cada 30 días, 1,603 diarios, el más elevado de todos. Y México, que es la economía número 15 del mundo, ¡tiene un salario mínimo de hambre de 171.42 pesos diarios!
De acuerdo con esto, y sin trastocar los marcos del capitalismo, tan solo erradicando su lado salvaje, neoliberal, al obrero se le debería de pagar, cuando menos, el valor de su fuerza de trabajo y aún más si fuese necesario para tener una clase obrera sana, fuerte, vigorosa, preparada técnicamente y por tanto más productiva, incluso sin que los señores capitalistas dejen de obtener ganancias. ¿A cuánto debería ascender el salario promedio de un trabajador medio en México que representara realmente el valor de su fuerza de trabajo? He encontrado diversas opiniones, hay quienes hablan de entre 600 a 800 pesos diarios. ¿Es posible que exista en el país ese nivel de salarios con empresarios como Carlos Slim con fortunas de más de 81 mil millones de dólares? Perfectamente posible.
Cuando el pueblo trabajador, organizado y consciente, tome el poder pacíficamente, aparte de una ejercer una política tributaria progresiva y de generar empleos para todos, se exigirá a todas las empresas, públicas o privadas, que establezcan salarios realmente remuneradores, cuando menos iguales al valor de la fuerza de trabajo de los trabajadores. Tal y como establece la Constitución Política que nos rige: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural y para proveer la educación obligatoria de los hijos”. Y así, se tendrá una clase trabajadora sana, fuerte, productiva para generar más riqueza social en bien de todos los mexicanos.