La inseguridad creciente y la inacción de los gobiernos ha provocado, en algunos lugares más que en otros, un fenómeno del que ningún sitio puede ni debiera enorgullecerse: el linchamiento.
Puebla, desafortunadamente, es agente recurrente en estos actos. Entre 2018 y 2022 se han reportado al menos 763 intentos de linchamientos y se han consumado 41. Según las cuentas, cada dos días una turba intenta ‘hacer justicia por su propia mano”.
Se calcula que alrededor de 300 pobladores participaron en el linchamiento de Daniel Picazo en Papatlazolco, Huauchinango, el caso más reciente y que conmocionó a todo el país. Sin embargo, apenas han identificado a 13 presuntos responsables.
La CDH Puebla inició un expediente de queja y reprobó los actos de crueldad, así como rechazó toda forma de violencia; Miguel Barbosa se limitó a tachar de reprobable el acto.
Condenar, en lugar de prevenir, es algo que suelen hacer las autoridades la mayoría de los casos. ¿Cómo se previene un linchamiento? ¡Mejorando la situación de seguridad! Ahí deben empezar.