Aquiles Montaño Brito
Hace unos días, en su conferencia mañanera, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, opinó sobre los problemas que hay en el partido político que lo llevó al poder. Leamos lo que dijo: “Tal parece que (en Morena) no hay idea de qué hacer con un partido político. ¡Siguen los mismos! ¡Los mismos y otros peores que llegaron de México!Morena tuvo que haberse consolidado desde 2018. Y luego hablan de refundar a Morena. No… bueno, esa palabrita yo ni siquiera la conozco. ¿Quiénes quieren refundar siempre a la izquierda? ¡Los que la refundieron! […] Son malechores. Se reparten candidaturas, hacen a sus hijos diputados, alcaldes, a sus novias. De veras. Venden candidaturas. ¡Qué horror!”. ¡Gracias por la novedad, señor gobernador!
El retrato de Barbosa sobre Morena es acertado. Subrayamos que quien declara es, nada más y nada menos, que el gobernador de Puebla. No son los dichos de un morenista de a pie que en el 2018 se vio engañado por el discurso de “cero corrupción” y “primero los pobres” y que hoy, convencido de que eso fue una mentira, denuncia al partido. No, desde luego que no. Así podríamos encontrar millones de testimonios en el país y serían muy válidos. Nuestra poca politización, como sociedad, a veces nos impide ver en la marrana bañada a la anterior marrana revolcada y sucia, porque su maquillaje electoral la transformó. No son los dichos del morenismo callejero. Son las declaraciones de un morenista de la primera línea, que es lopezobradorista y que ha recibido todo el apoyo de Morena para llegar a ser lo que es: el gobernador de su estado. De manera que estamos escuchando a un político que sabe de lo que habla, que ha vivido en las entrañas del monstruo y que sabe en dónde están los errores de un partido que prometió ser el cambio que México necesitaba y que se convirtió en el inmundo basurero de la política mexicana.
¿Cómo está Morena en Puebla? Veamos el fenómeno de cerca. Miguel Barbosa fue perredista de 1994 hasta 2017 y así vivió del presupuesto por más de 20 años, porque fue diputado, senador y tuvo diversos cargos al interior del perredismo. En las elecciones de 2010, pactó con Rafael Moreno Valle para que el PAN ganara las elecciones en el estado y él recibiera favores gubernamentales. Por aquellos años, Barbosa odiaba a López Obrador y el 9 de junio de 2015 se lanzaba así contra AMLO: “La soberbia de Andrés Manuel López Obrador es infinita. El PRD nunca será cabús de nadie, el PRD debe transformarse y si no lo hace sin duda que su destino será la extinción. Morena no es un partido nuevo, cómo lo va a ser con rostro como el de Andrés López Obrador”. Pero lo que dijo se le olvidó y dos años más tarde Barbosa dejó al PRD y se pasó con todas sus chivas a Morena. Así, el 23 de octubre de 2017 lo nombraron coordinador organizativo en Puebla. Para entonces, Miguel Gerónimo ya se sentía candidato a gobernador, porque las altas esferas le daban impulso, como su amiga Yeidckol Polevnsky, más tarde acusada por el Comité Ejecutivo Nacional de Morena por el lavado de dinero y daño patrimonial de 809 millones pesos; cuando ya no les sirvió, le sacaron a la Polevnsky sus trapitos al sol. Y Barbosa se lanzó como candidato a gobernador en 2018, pero perdió ante un morenovallismo que tenía fuerza en el estado y que comenzaba a ganarla en el país desde el Senado de la República. Pero ni AMLO, ni Barbosa, ni Morena se quedaron conformes. La tarde del 24 de diciembre de 2018, la gobernadora Martha Érika y su esposo Moreno Valle murieron por la caída de su helicóptero. Muchos poblanos sostienen que se trató de un asesinato. “Dios los castigó”, dijo Barbosa días después. Y se lanzó nuevamente como candidato a gobernador. La orden presidencial era una: Barbosa debía ganar. Todos lo sabían. Y los demás partidos candidatearon a gente lista para perder. Con las votaciones más bajas en la historia de Puebla (los poblanos estaban cansados, porque de 2017 a 2019 habíamos tenido a ¡cuatro gobernadores!) Barbosa cumplió su sueño anhelado: despachar en Casa Aguayo, que ahora es el búnker morenista custodiado por la policía armada y los granaderos.
Ahora critica a su partido. ¡Pero él es resultado de lo mismo! Morena fue recogiendo lo peor de todos los partidos mexicanos: a los mejores rateros, a los más corruptos, a los más finos delincuentes de cuello blanco, a los más mentirosos, a los expertos en la represión fueron llamados por Andrés Manuel para formar el “partido de la Cuarta Transformación”.
Esta crítica contra el morenismo, más inteligente, la hizo hace tiempo el Movimiento Antorchista: López Obrador pepenó los desechos de la política mexicana, llamó a los más corruptos, el partido no tiene una filosofía, es ignorante hasta la risa, no sabe qué hacer en el gobierno ni cómo resolver los problemas del país, reprime, encarcela o alienta el asesinato de sus críticos, juntó a los más corruptos y les dio poder. Se trata, pues, de partido que se pudre en sus entrañas porque es la vieja escuela de la izquierda mexicana que, como la derecha, solo busca dinero y poder.
En Puebla, los morenistas son los principales delincuentes: Miguel Barbosa recibió 100 mil dólares del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, a cambio de votar a favor de la Reforma Energética. Está acusado de comprar con ilegalidades una casa del expresidente Miguel de la Madrid en más de 20 millones de pesos, pese a que su salario no le alcanzaba para eso. Además, varios presidentes municipales de Puebla lo acusan de cobrar el diezmo por las obras que bajaba, es decir, de ser un “mochero”. ¿Y ahora? Se acusa a Ignacio Mier Velazco, coordinador nacional de los diputados de Morena, de estar implicado en una red de lavado de dinero, por más de 400 millones pesos, junto al director de Diario Cambio, Arturo Rueda, a quien este sábado detuvieron en la Ciudad de México para que enfrente su proceso en la FGE. A Rueda lo detuvieron el día en que, originalmente, se iba a casar. Exactamente igual que al morenista Felipe Patjane, exalcalde de Tehuacán. Y aún se acuerda Puebla del pedófilo Saúl Huerta, diputado federal por Morena. Y los que faltan por enfrentar a la justicia, que son varios. ¿Y a nivel nacional? La familia de AMLO, su hermano, sus primos, sus hijos, los líderes de Morena, los secretarios de estado y una larguísima lista del partido de “cero corrupción”.
Morena es un pésimo partido y urge quitarlo del poder. ¿Quién lo hará? ¿Quién sacará a los ladrones del poder? ¿Quién sacará a los mentirosos del gobierno? El partido político de Antorcha: el de los pobres de este país. Crezcamos, organicemos y eduquemos a más mexicanos, porque los verdaderos cambios necesitan que millones de personas conscientes los impulsen. La realidad nos lo exige.