“La inseguridad y la violencia no paran porque no son prioridad del gobierno morenista”, decía la manta improvisada que llevaban varias personas que, pese a los intensos rayos del sol de mediodía, clamaban justicia para sus muertos; eran parte de una masa gigante para nuestros días: 7 mil personas tomaron las calles en protesta por la inseguridad que impera.
La marcha, que partió del zócalo de la capital, se organizó para pedir justicia por el homicidio de un comerciante adherido al Movimiento Antorchista al sur de la capital; el pasado domingo, una banda de delincuentes de la zona le arrebató cruelmente la vida. Con una fiereza impropia del que debiera ser la criatura más racional, a ‘tubazos’ ultimaron a Víctor.
Sus compañeros comerciantes y vecinos, acompañados de la dirigencia de Antorcha en el estado, cobijaron a la viuda y a la familia de Víctor, a quien describieron como una buena persona. “Necesito que me hagan justicia, que me escuchen, porque los de la policía no hacen nada, son antipáticos, no entienden mi dolor, no me hacen caso”, compartió la viuda en entrevista.
A esta marcha se unieron campesinos de Coyomeapan, quienes también exigían justicia por sus tres compañeros asesinados a manos de la policía de Miguel Barbosa Huerta. Indemnización para los deudos, atención a los heridos y la resolución del conflicto electoral fueron sus demandas.
También, en otro punto de la marcha, entre el mar de banderas, sobresalía una lona con tres rostros jóvenes. Eran José Israel Sil, Brayan y Adolfo Moreno Sil. Habían desaparecido hace días en Misiones de San Francisco y los hallaron muertos en Papalotla, Tlaxcala. También marcharon por ellos.
Puebla vive un descontento social que crece día tras día con cada muerte, con cada ataque, que sufre el pueblo. El estallido social es inminente si el gobierno, si las autoridades no toman cartas en el asunto. Una es la demanda: seguridad para los poblanos y justicia para los pobres.
