Martín Antonio Escamilla Meza
En el portal de Latinus del 28 de marzo de los corrientes se lee esta terrible noticia: “La Fiscalía General de Michoacán (FGE) informó este lunes que suman 20 muertos por el ataque armado registrado la noche de ayer domingo en un palenque clandestino en el municipio de Zinapécuaro. (…) Medios locales informaron que un grupo de personas armadas ingresó al palenque donde se celebraba un evento y disparó contra los asistentes”.
En febrero de 2017, en Huixquilucan, Estado de México, Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato a presidente de la República, sostuvo: “Cuando triunfe Morena en el 2018 no habrá masacres en México, se va a terminar con la guerra”. El 5 de julio de 2021, ya como presidente de la República, dijo: “Ya no hay masacres, tengo otros datos”; no obstante, el portal “Expansión política” del 21 de julio de 2021, exponía un recuento de las masacres habidas ya durante el sexenio de la 4T, con un encabezado que decía: “México suma al menos 28 masacres en lo que va del gobierno de AMLO”.
En el portal de esnoticiahoy.com, en su edición del 1° de marzo, se expone: “<<Ya no hay masacres>>, ha insistido una y otra vez López Obrador, sin embargo, la realidad es otra. Tan solo en 2021 se contabilizaron 5 mil 333 atrocidades, es decir, hechos de extrema violencia como tortura, masacres, descuartizamientos y fosas clandestinas, de acuerdo con la organización Causa en Común. Con respecto a las masacres, el organismo registró 529; la más reciente, la del domingo 27 de febrero en Michoacán, en el pueblo de San José de Gracia, ejecutado por un comando de sicarios”.
Causa en Común, que según su portal en internet es una organización en la defensa de los derechos y libertades, las víctimas y la democracia y sus instituciones, con especial énfasis en aquellas responsables de la seguridad, informa que durante el mismo periodo en el sexenio de Felipe Calderón, es decir en el trienio 2007-2009 hubo 39 mil 526 homicidios dolosos, un promedio de 36 diarios; en el sexenio de Peña Nieto, durante el trienio 2013-2015, fueron 49 mil 276 homicidios de ese tipo, 45 en promedio diario; en el mismo lapso de tiempo en el trienio 2019-2021 de López Obrador, los homicidios dolosos datan un total de 89 mil 337, es decir: 82 diarios. Es decir que durante el trienio 2019 a 2021 con el gobierno de Morena, el registro de casos de asesinato se incrementó 126% respecto de los reportados en el trienio 2007-2009 y 81% respecto del trienio 2013-2015.
Sin embargo, López Obrador insiste en su fallida política de “abrazos y no balazos”, en materia de seguridad, que no está arrojando ningún resultado, y en la que según él está combatiendo las causas: “Si se dan opciones, alternativas, si la gente tiene trabajo, vamos a vivir en una sociedad mejor”, dijo. Pero la verdad es que no es cierto que esté atacando las causas de la inseguridad, porque las causas de la inseguridad, que son la pobreza y la desigualdad social, se atacan con una economía cuya riqueza crezca sostenidamente, cosa que no está ocurriendo; se requiere que haya empleo para todos y no lo hay, puesto que 2.1 millones de mexicanos están desempleados y cerca del 60% de la población en edad de trabajar vive en la informalidad; se necesitan salarios realmente remuneradores mínimo de entre 500 y 600 pesos diarios; exige una reorientación del gasto social para lograr el desarrollo integral de todos los pueblos y colonias hoy marginados; y, para que sea posible todo ello, se requiere implementar una política fiscal progresiva, es decir que se paguen impuestos de acuerdo al ingreso de cada quien, pagando más los ricos que los pobres, para acrecentar las finanzas del gobierno e invertir en creación de empleos, salarios dignos y desarrollo social integral. ¿Hace esto el gobierno de la 4T? No, de ninguna manera, solo hace transferencias monetarias directas, echando el dinero en saco roto, que solo sirve para comprar conciencias y no para combatir la pobreza; solo construye obras faraónicas inútiles para los pobres y solo en provecho de las empresas y dependencias que hacen las obras y de quienes en verdad las van a usar que son los ricos de nacionales o extranjeros si es que realmente van a servir.
Y mientras las cosas no cambien, ni siquiera en el combate a la corrupción, la inseguridad, la violencia, los asesinatos y las masacres seguirán repitiéndose para desgracia de todos los mexicanos. Se necesita que el pueblo se organice, se concientice y luche para defender su derecho a una vida digna primero y para conquistar una patria productiva y fuerte económicamente, justa y equitativa para sus hijos, solo así se acabará la inseguridad de fondo, y no repartiendo dinero como viles limosnas a los pobres, para comprar sus conciencias.