Aumentan robotización, desempleo y violencia

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Homero Aguirre Enríquez

Millones de personas del mundo son víctimas de una gigantesca operación mediática y cibernética que intenta lograr una robotización del comportamiento humano y es ensayada ahora para respaldar el expansionismo militar, económico e ideológico de los Estados Unidos y la OTAN, que a su larga cadena de operaciones armadas ahora suma otro conflicto detonado con una Rusia decidida a defender a toda costa su territorio y su existencia como país soberano y cuenta con el apoyo de otros países donde habita casi la mitad de la población del planeta; dicha operación mediática-cibernética también se ha propuesto que se olvide o se transfiera a otros países la responsabilidad principal de la política imperialista en el incremento de la pobreza y violencia que padece la mayoría de la humanidad. Mientras esto ocurre, siguen presentándose signos alarmantes de que la riqueza producida por el trabajo continúa concentrándose aceleradamente y provocando peligrosos conflictos que hablan de la urgencia de que el mundo se torne más equilibrado y justo.

​Un ejemplo de esto es lo que revela el reporte presentado este año por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que habla de un incremento brutal del desempleo este año, acelerado por la pandemia y el desplazamiento de mano de obra por mecanismos robotizados, lo que traerá más pobreza e inestabilidad social, lo cual coincide con el aumento desmesurado de muertes violentas asociadas a la delincuencia, fruto innegable de esa política que privilegia la ganancia privada desmesurada a costa del más elemental bienestar social. 

El reporte titulado “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2022” estima que este año habrá 207 millones de personas desocupadas durante todo el año (casi la población de un país grande, como Brasil. HAE), en comparación con los 186 millones de 2019. El informe de la OIT advierte también que el efecto general en el empleo es mucho mayor al representado en estas cifras, lo cual me explico porque hay millones de personas más que se han visto obligadas a abandonar sus puestos de trabajo y han tomado temporalmente, cuando han podido, otros peor pagados o informales, por lo que no aparecen oficialmente como desempleados pero reciben mucho menos ingresos y para sobrevivir junto con sus hijos han tenido que recurrir a los escasos ahorros familiares, intentar migrar o, como último recurso, realizar actividades delictivas.

La tendencia a generar una población “sobrante”, sin empleo, desamparada y sujeta a períodos en los que ocasionalmente tiene trabajo, alternados con otros de prolongado desempleo, no es un fenómeno nuevo sino que forma parte de la historia ascendente y de los propósitos del capitalismo como sistema dominante; población obrera nombrada por Carlos Marx “ejército industrial de reserva”, que es arrojada y atraída de los puestos de trabajo conforme lo requieran las necesidades de acumulación de riqueza de los dueños de los medios de producción, misma que paulatinamente aumentó su número conforme crecía la población mundial y se acentuaba el desplazamiento de trabajadores por parte de las máquinas, convertidas así en una competencia en vez de un alivio para millones de personas. Y no porque las máquinas sean malas en sí mismas, sino porque en un sistema como el que vivimos no se usan principalmente para aligerar las jornadas de trabajo, aumentar la producción y así resolver las necesidades sociales de consumo, sino para acumular riqueza exorbitante en pocas manos.

Podemos darnos una idea de la gravedad del asunto cuando leemos que, según el Foro Económico Mundial (WEF): “Para el año 2025, los empresarios dividirán a partes iguales el trabajo entre personas y máquinas», señala el informe, que anticipa un auge de la automatización en áreas enfocadas al tratamiento de información y los datos, así como en las tareas administrativas y trabajos manuales rutinarios en puestos de trabajo administrativos y productivos” (infolibre.es). “Según las estimaciones del WEF, para 2025 la tasa de automatización de la fuerza laboral será del 47%, frente al actual 33%, mientras que los empleos desempeñados por seres humaron representarán el 53%, muy por debajo del 67% actual”, reporta la misma fuente. Y no es la única autoridad en el tema que habla de ese desplazamiento explosivo de mano de obra: “según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) mientras que en 1970 el sector industrial empleaba mil robots, hoy en día (2020) se utilizan más de mil seiscientos millones. El pronóstico de la misma organización, establece que más de ciento cuarenta millones de trabajos cognitivos (no manuales. HAE) en todo el mundo serán eliminados en los próximos 5 años” (dw.com), lo que indica que peligran no solo los trabajos manuales básicos y rutinarios sino otros de relativa complejidad manual e intelectual.

Los efectos de la falta de empleo y de los bajos salarios son muy visibles ya, principalmente en el incremento de la pobreza, en los desplazamientos masivos de personas que intentan llegar a países presentados como paradigmas de desarrollo y particularmente en el escandaloso escalamiento de la delincuencia a niveles increíbles. Basta un dato en este sentido: “El número de personas muertas por la delincuencia y la violencia de género supera con creces al de las víctimas fatales de las guerras y los conflictos, revela un estudio de la ONU publicado en 2019, donde se informa que se registraron en el mundo unos 464,000 asesinatos, una cifra que quintuplicó los 89,000 decesos ocurridos como consecuencia de conflictos armados durante el mismo año”, cifras ante las que no se inmutan los grandes potentados y los gobiernos de las grandes potencias, beneficiarios de esa situación e insensibles ante los sufrimientos y la muerte de quienes consideran seres humanos prescindibles.

Construir una sociedad próspera y productiva, que entre otras cosas aplique el trabajo humano y emplee máquinas para generar muchos satisfactores para la humanidad, es tarea de mujeres y hombres organizados y conscientes y no de esos concentradores de la riqueza mundial, quiénes no han hecho nada para evitar que los trabajadores se conviertan en superfluos y la vida humana en algo desechables. Los liberadores de la humanidad no están en ese grupo de halcones que en estos días están empeñados en que la humanidad odie a los rusos por haberse atrevido a ponerles un alto a su avasallamiento y que esperan ver caer a ese país para ampliar su territorio de conquista.

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Homero Aguirre Enríquez
Homero Aguirre Enríquez
Desde el año 2000 es el vocero nacional del Movimiento Antorchista. Es un articulista que defiende los intereses de los mexicanos humildes. Ha sido fundador y promotor de varias plataformas de comunicación y libros que siguen una línea editorial: darle voz a los más desprotegidos
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