Erika Nieto
Nuevamente la niñez migrante ocupa la nota roja de los diarios en México, hace unos días fueron rescatados los cuerpos de dos menores de la corriente del Río Bravo en la región de Coahuila. Y es que el Instituto Nacional de Migración en su delegación de Ciudad Acuña reportó el rescate de los cuerpos de dos pequeños migrantes, uno de ellos corresponde a una niña de origen nicaragüense que había sido reportada como desaparecida, el otro es el cuerpecito de un niño cuya familia fue arrastrada por el río, se mantiene la búsqueda de la madre pues el padre del menor sí logró salir de la corriente.
La vulnerabilidad de la niñez en tránsito es cada día más grande ya que los menores corren el riesgo de ser detenidos, de que sean víctimas del crimen organizado, violentados, discriminados o de morir en el río, el desierto o durante su traslado en alguna caja de tráiler o compartimiento de un autobús.
La UNICEF reporta que tan solo en 2017, casi 9 mil niños, niñas y adolescentes mexicanos que llegaron a Estados Unidos sin documentos y detenidos por la patrulla fronteriza fueron repatriados, destaca en este registro que la mayoría de los menores viajaban completamente solos.
En ese mismo año, según datos de la Unidad Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación en México, registraron a 18 mil 300 niñas y niños originarios, principalmente, de países centroamericanos como Guatemala, Honduras y El Salvador. Lamentablemente, 16 mil de ellos fueron deportados a sus países de origen, al hambre, al abandono y a la violencia de la que escapaban.
La organización Save the Children reportó que la movilidad de niñas y niños menores de 12 años se multiplicó más de 6 veces durante el año pasado respecto al 2020. Las cifras pasaron de casi 5 mil menores a más de 32 mil.
En México también aumentaron las solicitudes de refugio al pasar de poco más de 8 mil a casi 30 mil en este mismo periodo, colapsando todavía más a las instituciones gubernamentales encargadas de revisar los casos de estos pequeños.
Por ley no está permitido encuestar o pedir información sobre su procedencia a menores migrantes, desafortunadamente esto genera algunos vacíos en la información y únicamente se saben números aproximados de los menores que cruzan por nuestro país desde el centro y el sur del continente, de su edad, si viajan acompañados o solos, cuál es su condición de salud, si ya alguien los espera en la Unión Americana o simplemente huyen de la violencia y de la pobreza en su comunidad.
La niñez migrante va en aumento y no se perfilan políticas públicas que frenen las alarmantes cifras ni en México ni en los países integrantes del denominado Triángulo Norte, mientras tanto los sueños de niñas y niños que solo buscan vivir dignamente se verán truncados por el abandono, la pobreza, el crimen o el hambre.
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