Llegó el 8M, un día para recordar que la lucha por la equidad de género no deja de ser urgente y también recordar que “no hay nada que festejar en México, es el día de alzar la voz, demandar justicia, solución a nuestras demandas y castigo para los agresores de las mujeres”—María de Jesús Arias Vanegas, líder social de Campeche—. Desde las 10:00 am de este martes, personas se hicieron presentes en las calles de la capital poblana con pancartas, carteles, lonas, etc. Alzando, una vez más, la voz por las que ya no están, exigiendo cese la violencia de género y, por supuesto, reivindicar el derecho a la equidad.
“Nos quieren como musas xq nos temen como artistas”, “No quiero sobrevivir, quiero vivir”, entre otras frases se pudieron leer, acompañadas de consignas gritadas al unísono con más de 7 mil mujeres presentes.
Mujeres valientes, honradas, trabajadoras y nobles, dispuestas a luchar por una país más justo y equitativo, tiñieron a Puebla de morado, negro y verde. Fueron cubrebocas, pañuelos, telas, pintas, adornos, entre otras cosas, las que adornaron los rostros de todos los que salieron a las calles a solidarizarse con la lucha de las feministas.
Este martes 8 de marzo del 2022, quedará grabado en la historia, pues más que nunca salieron dispuestas a luchar porque la victoria sea nuestra
Sentimientos y experiencias de vida de miles de mujeres que se animaron a volver el enojo, el dolor y el desconcierto en palabras sanadoras, que cantan las luchas de todas en la radio y en las calles, que abrazan la multiplicidad y en medio de risas subversivas escapan de la opresión, conmemoraron este 8 de marzo.
“Queremos que se haga justicia, que se elimine la violencia contra nuestros cuerpos y vidas, que desaparezcan los roles de género opresivos, y que se puedan abolir los sistemas de dominación capitalistas, coloniales y patriarcales. Queremos tejer y vivir la utopía de ser seres humanos en equidad de condiciones. Hoy y siempre ¡Que toda América Latina se vuelva feminista!”, dijeron.
Nervios, alegría, tristeza y conmoción se respiraban. En los megáfonos, lanzaron llamados a erradicar la impunidad, la violación a los derechos humanos y memoria.
Entre consignas, aplausos, brincos y el ruido de las estructuras que derribaban algunas mujeres, la marcha avanzó hasta llegar a la plancha del Zócalo capitalino. Aunque estaba establecido que las mujeres irían a la vanguardia de la marcha, pronto se perdió el punto en el que comenzaba y finalizaba el contingente. Mujeres, adolescentes, niñas, meseras, señoras de la tercera edad, integrantes de los medios de comunicación que buscaban alguna imagen o declaración, se incorporaban desde diversas avenidas o calles; lo que convirtió a un grupo de manifestantes en toda una comunidad que por varias horas tomó las calles del corazón de la ciudad.
Nada que festejar. Ante todo esto, las mujeres mexicanas debemos estar consientes de que ningún gobierno se ha preocupado por garantizar una vida mejor a las mujeres de México. Día con día, sufrimos pobreza, marginación, falta de empleos, de salarios dignos, educación de calidad y de salud, la discriminación, las agresión física y sexual; en la calle, en la fabricas, oficinas, vía pública y hogares. Vivimos en carne viva, el abandono por los gobiernos hipócritas, vivimos el acoso, la represión, la negación de solución a nuestras demandas elementales, que sabemos, permitirán mejorar nuestro forma de vida. Las cifras de feminicidios van en aumento, la justicia ha favorecido a los golpeadores, violadores y asesinos.
Finalmente, terminó. Un 8 de marzo conmemorado por más ciudadanos que el año pasado, y el pasado, y el antepasado. Pareciera que la conciencia de las masas está despertando, el movimiento feminista está tomando fuerza a nivel nacional.
Por un feminismo con conciencia de clase, pues, como dijo Clara Zetkin: “todas las mujeres, sea cual sea su posición, deberían exigir la igualdad política como medio para alcanzar una vida más libre”.
