Más que desafortunadas fueron las declaraciones de la titular de movilidad y transporte público, Elsa Bracamonte, durante su comparecencia en el Congreso del estado de Puebla.
Por si usted no sabe, al hablar del transporte público, la funcionaria dijo que “generalmente son los pobres y los más vulnerables, los que tienen que tomar este transporte (público) necesitan ser tratados como personas y merecen un transporte para personas, porque a veces bueno (sic), pues si alguno se ha subido, pues los transportes parece que llevan animales o otro tipo de mercancías”.
El transporte público es, de acuerdo con la funcionaria, para los pobres. Y duda que alguno de los presentes se haya subido. ¿Ella sí lo ha hecho? Debería.
El problema de esta afirmación que, a vista de muchos podrá no tener conflicto alguno, es que devela la forma de pensar de los funcionarios: el transporte es para los pobres; ellos, claro, no se asumen como parte de estos, por ende, el transporte público no es para ellos.
Si no ven la pésima calidad del transporte público como un problema que les afecte a ellos mismos, ¿cómo podrán buscar las mejores soluciones? He ahí el problema y la respuesta del porqué el transporte en la capital sigue tan mal.