Para el combate a la inseguridad, repartir equitativamente la riqueza

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Antonio Escamilla Meza

El Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal (IGAVIM Observatorio Ciudadano), publicó su análisis de la incidencia de delitos de alto impacto del estado de Puebla correspondiente al cuarto trimestre de 2021, en el que utiliza como fuentes de sus datos los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). El análisis hace un comparativo de datos entre cantidades de delitos de alto impacto cometidos en el cuarto trimestre del 2020 y los acaecidos en el mismo periodo de 2021, estableciendo un porcentaje de incremento o decremento según sea el caso. Hace referencia, desde luego, a lo que ocurre en esta materia de seguridad pública en la entidad, pero también le pone la lupa a lo que ocurre en las regiones y municipios del estado.  Ese análisis del IGAVIM nos permite observar lo que ocurrió en Tehuacán durante los primeros meses de gobierno del actual Ayuntamiento municipal. 

Ahí se observa que, si bien en algunos rubros hay un decremento en la ejecución de los delitos, en otros hay un incremento considerable. Veamos. En homicidios dolosos, se pasó de 3 a 10, es decir, un incremento del 233.33%. El robo con violencia, se incrementó en un 15.04% ya que en el periodo anterior se cometieron 133 y en el actual 153. Los robos a casa habitación pasaron de 30 a 38, un incremento del 26.67%. Los eventos por violencia familiar fueron de 132 a 162, un incremento del 22.73%. El asalto a transportistas se disparó en un 600% pues de 1 pasó a 7. Finalmente, el robo a transeúnte de 58 registrados en el último trimestre de 2020 pasó a 111 registrados en el mismo periodo de 2021, o sea que se incrementó en 91.38%. 

De la percepción de inseguridad no hay un dato preciso de Tehuacán que la cuantifique, pero podemos decir que el municipio ha tenido suficientes eventos para que su nivel sea muy alto: el 27 de noviembre pasado, encontraron muerto a un hombre en la colonia San Miguel de San Pablo Tepetzingo, ejecutado a machetazos; el 26 de noviembre un hombre fue ejecutado a balazos en la colonia Santa Cruz Acapa; el 14 de noviembre, en los límites con Santiago Miahuatlán, fue hallado el cuerpo del empresario Ángel Cristian Jara, quien se encontraba desparecido desde el 10 del mismo mes; el feminicidio de Ana Karen Martínez Calderón, de 18 años de edad, estudiante de preparatoria.

Tehuacán es, como sabemos, el segundo municipio más importante del estado; según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su Medición de la pobreza 2010-2020, cuenta con 329 113 habitantes. La pobreza moderada en Tehuacán alcanza a 160 759 personas que representan el 48.8% de la población total y en la pobreza extrema, que es cuando una persona tiene tres o más carencias, con un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana, en esa desgracia se hallan 27 339 ciudadanos, el 8.3%. Más de 64 mil personas tienen rezago educativo, personas que, teniendo 15 años o más de edad, no han alcanzado el nivel educativo que se considera básico, el de secundaria. Excelente caldo de cultivo para el desarrollo de la delincuencia organizada y no organizada.

Como se sabe hay quienes creen que la solución ante este problema de inseguridad, tan grande y complejo, consiste solo en pedirle a las respectivas autoridades que cumplan puntual e inteligentemente con su tarea de proteger a la sociedad, que cuenten con más y mejores cuerpos policiacos, mejor entrenados, mejor armados y más capacitados para enfrentar con éxito a los delincuentes. Pero la vida nos ha enseñado que eso no es suficiente.

Porque si bien hay delincuentes que cometen crímenes, porque conscientemente, a propósito, han escogido ese camino para tener riqueza fácil, a costa de lo que sea, lo cierto es que una buena cantidad de ellos roba, asalta, secuestra, asesina o trafica con droga orillada por la terrible pobreza en que vive y porque el sistema no le da oportunidades para salir de ella mediante un trabajo honrado y bien pagado. Es, pues, la injusta e inequitativa distribución de la riqueza que producen los trabajadores, la madre de la inseguridad. Si se invierte tal reparto de la riqueza social, si se hace realmente equitativa, obviamente no solo en el municipio de Tehuacán, sino a nivel nacional, se combatiría de fondo, radicalmente, cuando menos una buena parte de la delincuencia. Para el resto de ella, podrían seguirse empleando los métodos tradicionales expuestos más arriba.

Pero, para un reparto equitativo de la riqueza hace falta un gobierno con verdadera vocación de justicia social, un gobierno auténtico representante del pueblo, emanado de los trabajadores, respaldado y al mismo tiempo vigilado por el pueblo humilde y trabajador, organizado y consciente, por el que todos deberíamos luchar si no queremos seguir siendo víctimas de la delincuencia.

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