El orgullo del gobernador poblano, Miguel Barbosa Huerta, lo llevó de nueva cuenta a exhibirse como una persona muy poco tolerante y por demás soberbia.
Resulta que hace unos días la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) instruyó al gobernador a pedir una disculpa pública al exsecretario de Salud, Jorge Aguilar Chedraui, por acusarlo de delitos en público, con lo cual violó sus derechos a la presunción de inocencia, al debido proceso y a la dignidad.
En lugar de ‘salir de broncas’ e, incluso, dar muestra de madurez política, el gobernador emitió un largo comunicado de 34 hojas para decir que no lo haría y que, en todo caso, la CNDH era una incompetente.
Esto, según él, porque el organismo no puede intervenir en asuntos que involucran a autoridades locales; además, aseguró que lo dicho respecto a Aguilar Chedraui no lo dijo como gobernador, sino como simple persona en su derecho a opinar.
Los de Morena tienen esa maña, de desprenderse del cargo a conveniencia (Recuerde usted a Ignacio Mier, querido lector, defendiendo a Saúl Huerta porque si violó al un menor no lo hizo en su horario laboral como diputado federal).
El gobernador, pues, una vez más demuestra que el orgullo le gana a la inteligencia y queda exhibido como contrario a los derechos humanos. ¡Qué lástima!