Regreso a clases presenciales, un riesgo alto para los estudiantes

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Por Romeo Pérez Ortiz

Los estudiantes pobres y nobles que se han identificado con su clase, aquellos que han despertado y han decidido tomar partido político y filosófico para defender a los de su clase, aquellos jóvenes entusiastas, aquellos que estudian la política y las leyes que rigen su sociedad actual bajo un método científico, todos ellos son una pieza fundamental para el desarrollo económico y científico de nuestra patria. A estos jóvenes que son la nueva fuerza que dirigirá el país, a los que generarán nuevos pensamientos y conocimientos al servicio de todos sus hermanos pobres, aquellos que crearán vacunas para todos con la ayuda de la ciencia, aquellos que construirán una nueva sociedad, más equitativa y justa, donde no reine la ley del más fuerte, donde el hombre sea el hermano del hombre, donde haya bienestar para todos, donde la ciencia cobre su verdadera esencia, a estos jóvenes hay que cuidarlos y mantenerlos a salvo de la pandemia de la Covid-19. A estos y al resto de su clase también, se les debe vacunar de manera urgente si queremos retornar a las clases presenciales y a la actividad económica. Es una preocupación que debe ocupar, en primerísimo lugar, al presidente de la República, a los padres de familia y a los maestros que velamos por la educación de nuestros hijos y estudiantes. 

Para regresar mínimamente al nivel académico y educativo anterior a la pandemia, no hay otro camino más que vacunar a todos los estudiantes de todas las edades, comprar insumos médicos necesarios e invertir en la infraestructura y remozamientos para acondicionar el espacio donde tomarán clases los estudiantes, sea al aire libre o en aulas más amplias. Éstas, sin embargo, son apenas las condiciones mínimas, faltarían las estructurales como la construcción de dormitorios y comedores estudiantiles con subsidios y creación de plazas suficientes para el contrato de especialistas competentes en sus áreas. Además de estas necesidades, faltaría revisar que las instituciones educativas cuenten con bibliotecas, laboratorios de cómputo, etc., necesidades que han estado presentes antes y durante la pandemia y que deben atenderse si realmente queremos mejorar la calidad educativa y académica de los estudiantes.

Ya basta de considerar en abstracto a los estudiantes como los futuros de la patria, lo que debe hacer el gobierno actual es atender sus necesidades mínimas como el pago del acceso a la Internet, adquisición de tabletas o computadoras para que puedan acceder a las clases virtuales y dar empleo permanente y bien remunerado a sus padres. Ahí está la FNERRR (Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez) que hace más de un año que comenzó a exigir Internet para todos y hasta el momento no se le ha atendido. Ahí está la exigencia de vacunas para todos ellos para un regreso seguro a clases, una demanda de vida o muerte que debe atenderse de manera inmediata por parte del gobierno en turno. Pero tampoco se ha dado respuesta a esta petición. Entonces la frase de que los estudiantes son el futuro de nuestro país, es simple y llanamente un lema vacío y retórico por parte de las autoridades gubernamentales. 

En tiempos de la pandemia, la exigencia de que los estudiantes se vacunen es de vida o muerte como lo demuestran los estudios médicos. Un regreso a clases presenciales en estos momentos implicaría un contagio de 12.96 millones de estudiantes de una matrícula de aproximadamente 32.4 millones inscritos a nivel nacional. Esto es así, porque de acuerdo con las pruebas empíricas, la convivencia escolar aumenta el porcentaje de contagios en un 40 por ciento (EME/EQUIS del 24 de marzo del 2021). Cierto es que, aunque el número de decesos en los niños y adolescentes contagiados es “insignificante” respecto al número de decesos en los adultos (50 mil niños y adolescentes contagiados y 597 de ellos han perdido la vida en lo que va del año de la pandemia, de acuerdo con la Secretaría de Salud), las secuelas que deja la enfermedad de la Covid-19 en ellos es tan mortal como en los adultos. De acuerdo con la opinión del reconocido virólogo y profesor de la prestigiosa clínica universitaria Charité de Berlín, Jan Felix Drexler, la Covid-19 deja un daño permanente en los vasos sanguíneos del corazón del niño y que a los 30 años podría sufrir un infarto mortal de corazón. 

Otro ejemplo de gravedad lo proporcionan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos de América (EE:UU): de una muestra de 22 millones de contagiados, el 11.6 por ciento corresponde a jóvenes menores de 18 años y de una muestra de 383 mil decesos por Covid-19, el 0.2 por ciento de decesos ocurrió en los jóvenes de ese mismo rango de edad. Pero eso no es todo: de acuerdo con el doctor Robert Frenck, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati, de 428 mil 502 niños menores de 4 años que dieron positivo al Covid-19, 94 de ellos han fallecido, mientras que de 2 millones 078 mil 245 niños y adolescentes de entre 5 y 17 años que han contraído el virus SARS-Cov-2, 194 de ellos han fallecido. En efecto, pocos, muy pocos han perdido la vida, pero pudieron evitarse todas estas muertes haciendo caso del método científico y renunciando al “modelo” de inmunidad de rebaño. A pesar de esto, el número de infectados no es para nada despreciable y son los propensos a tener un infarto a los 30 años. Por eso pensar en un regreso a clases sin vacunar a la población estudiantil es un total disparate que solo al gobierno de Morena se le ocurre. 

Pero la cosa es más grave de lo que se cree. Al nivel mundial las vacunas para los estudiantes y niños menores de 18 años no están fabricadas todavía. En una entrevista televisiva Face the Nation de CBS, el experto estadounidense en enfermedades infecciosas, el doctor Anthony Fauci, opinó que es muy probable que los estudiantes de 12 a 17 años puedan ser vacunados para las clases de otoño, pero que los niños más pequeños podrían ser vacunados en el primer trimestre de 2022 (The San Diego Union-Tribune, 12 de marzo del 2021). Pero claro, comenzarían con Estados Unidos, después con los demás países poderosos económicamente que pueden comprar esas vacunas y nuevamente México sería de los últimos como siempre. Las vacunas para los estudiantes mexicanos en este año no estarían disponibles todavía. Pero no por eso vamos a perder la esperanza, preparémonos para lo peor y para una larga lucha.

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Karen Santos
Karen Santos
Lingüística y Literatura Hispanoamericana por la BUAP. También escribo en Buzos de la Noticia y otros medios. “Una es mi obligación, uno es mi deber: Escribir”.
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