Por Luis Fernando Soto // @luisfersoto
Andrés Manuel López Obrador fue a Nueva York a proponer al mundo su modelo de gobierno, la Cuarta Transformación, como la solución al mayor problema del mundo, la corrupción, ‘madre de todos nuestros males’ desde la óptica personal del presidente de México, en un discurso emitido ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, donde México ocupará la presidencia del organismo durante un mes.
López Obrador aprovechó el trabajo de Juan Ramón de la Fuente para acaparar los micrófonos e inventarse una gira por la capital financiera del mundo, que lo reconoce como uno de los líderes más populares del orbe, con vitores y tumultos, reacomodando una épica falsa, de bondadoso padre de los pueblos, al estilo de Fidel Castro en 1959, cuando el flamante líder de la revolución cubana pisó Nueva York y causó revuelo, en compañía de Malcom X, Richard Nixon y Nikita Jrushchov, dejando imágenes para la posteridad en el barrio negro de Harlem.
Nada de eso ha hecho López Obrador, un político de siempre, formado en el PRI y que saltó de partido en partido hasta formar el suyo. El tabasqueño jamás bajó de la Sierra Maestra y tomó un fusil para derrocar a un dictador. Nomás para dejar claro.
Lo que sí hace AMLO es recurrir a las viejas tácticas del partido que lo formó, como aquello de convocar las fuerzas vivas y llenar los espacios huecos, gritar donde hay silencio y aplaudir donde cunde la reprobación. Muchos podemos recordar aquellas giras presidenciales del viejo partidazo, cuando se arreglaban calles siempre inservibles, se esparcia confeti y se lanzaban vivas para ocultar la molestia social por las crisis económicas. Pues bien, esos tiempos han vuelto.
La visita de AMLO a Nueva York contó con la participación de las redes de Morena en los Estados Unidos, calificada por Erika Nieto, experta en migración, como “el más exitoso experimento de asociación política de un partido con los inmigrantes de origen mexicano”. Basta recordar la difusión en redes sociales de fotografías de apoyo a la campaña del 2018 desde distintas ciudades de la unión americana. Pues bien, esas los comités morenistas organizaron el #AMLOFestNY el lunes en la noche y el martes por la mañana, en horarios laborales, para vitorear a López Obrador en su llegada y salida al lujoso hotel Hilton, resguardado por el servicio secreto estadounidense. Así, en sencillito.
AMLO necesitaba esta movilización para hacerle creer a los mexicanos que en su visita a Estados Unidos hubo manifestaciones espontáneas de aprobación a su gestión, aunque los resultados de sus políticas estén profundizando los graves males de este país, como la desigualdad, la pobreza, la violencia y la corrupción.
Una vez más, el gobierno llena huecos y borra protestas, con los gritos de las fuerzas vivas del viejo régimen, hoy revividas por AMLO.
López Obrador necesitaba esta parafernalia para continuar esparciendo un mensaje falso, de falsa redención de los problemas nacionales y ¡ahora mundiales! En uso repetitivo de una retórica hueca, aleccionadora y moralista, nada científica, concentada en señalar problemas y jamás ofrecer soluciones.
En el Consejo de Seguridad, el presidente de México dijo que la ONU es un organismo aletargado, metido en la rutina y el formalismo, que debería combatir la corrupción y propuso un un Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar financiado por los grandes capitalistas del orbe. Una tarjeta de buenos deseos.
Un día después, la prensa nacional refierió las incongruencias del presidente, quien gobierna un país con 100 mil muertos por la violencia criminal, 600 mil muertos por la pandemia, estancamiento económico, crisis migratoria, altos niveles de corrupción, concentración de la inversión pública en tres proyectos faraónicos y un decaimiento progresivo en el nivel de vida de las y los mexicanos.
AMLO ¿líder mundial o verguenza nacional? Se preguntaron los usuarios en redes sociales. Por lo pronto, la prensa internacional no hizo mención alguna del discurso de Andrés Manuel López Obrador en la ONU. Su liderazgo en el mundo es una más de las fantasías egocéntricas del presidente de México.